El 15 de mayo de 2007 y mediante Decreto del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural, con categoría ámbito insular, las Alfombras del Corpus de La Orotava, sobresaliente muestra de arte efímero.
Esta notable y centenaria tradición artística de naturaleza efímera, consistente en cubrir con flores – las calles – y arena volcánica – la plaza - el trayecto procesional durante la celebración de la Octava del Corpus Christi en la Villa de La Orotava, constituye una de las principales señas de identidad de la localidad desde un punto de vista patrimonial.
Las genuinas alfombras de La Orotava son las confeccionadas con flores, que posteriormente serían complementadas con las de tierras de naturaleza volcánica que cada año se confeccionan en la Plaza del Ayuntamiento. El origen de las primeras se sitúa a mediados del siglo XIX, en relación directa con la primera alfombra floral con la que la familia Monteverde tributó al paso del Santísimo Sacramento a las puertas de su mansión.
Paulatinamente varias familias fueron sumándose a la iniciativa hasta configurar todo un itinerario integrado por cuatro calles (Colegio, Carrera del Escultor Estévez, Tomás Pérez e Inocencio García) y tres plazas (Casañas, Patricio García y Ayuntamiento) en las que se disponen más de una treintena muestras florales, alternando tapices y corridos.
El tapiz responde a una composición de carácter figurativa, que recurre a técnicas plásticas y pictóricos con objeto de transmitir un discurso religioso vinculado a la Eucarística. Por su parte, el corrido consiste en una alfombra de perfil meramente ornamental cuya ejecución se basa en la aplicación de un molde en el que se representan modelos vegetales o geométricos. Generalmente los corridos ocupan los espacios situados entre dos tapices, actuando como nexo.
A diferencia de otras poblaciones tanto nacionales como internacionales donde se confeccionan alfombras incorporando otros materiales, en la Villa de La Orotava sólo se utilizan las flores y otros elementos vegetales como el brezo tostado en diferentes tonalidades.
Desde el año 1919 se confecciona en la plaza del Ayuntamiento, una alfombra para cuya ejecución se emplean arenas volcánicas procedentes del Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Sin embargo, el vínculo entre este espacio público y la festividad del Corpus Christi surgió el 29 de mayo de 1913, cuando a iniciativa del publicista y musicólogo Francisco Miranda el cortejo procesional entró por vez primera en la plaza del Ayuntamiento.
Sin embargo, cabe señalar que el origen indirecto de este acontecimiento se sitúa sin embargo un año antes de que se produjera. Concretamente fue en el año 1912, cuando concluyeron las obras de urbanización de la por entonces denominada Plaza de Alfonso XIII, ejecutadas según el proyecto del arquitecto vallisoletano radicado en Tenerife, Mariano Estanga.
Señalar del mismo modo que el recinto, incluso con anterioridad a 1919, fecha de la primera alfombra en honor al Santísimo Sacramento, ya había sido testigo de la confección de alfombras (1905 para honrar la visita de la Marina Española y 1906 para dar la bienvenida al Rey Alfonso XIII), por lo que era cuestión de tiempo que tal manifestación se incorporase a la festividad del Corpus Christi.
La tradición fue iniciada por el alfombrista más prestigioso del momento, Felipe Machado veterano artista con amplia trayectoria que comenzó confeccionando la alfombra con flores y semillas entre otros materiales naturales.
Sería su nieto el arquitecto Tomás Machado Méndez, quien modificó un estilo de hacer alfombras ya que, además de que ocupó toda la plaza, introdujo las múltiples posibilidades de la perspectiva y aplicación de la corrección óptica. La riqueza cromática, en cambio, llegó de la mano de Pedro Hernández Méndez que incorporó las transparencias, los sfumatos, la mezcla óptica y el trompe-l´oeil. Ambos maestros fueron sabiamente asistidos por otro magnífico alfombrista, José González Alonso, continuador de este arte una vez fallecido el anterior. A este le sucedería el célebre imaginero orotavense Ezequiel de León, de quién tomaría el testigo el actual Director del Tapiz, Domingo González Expósito, quien cada año aporta de manera magistral, conceptualismos contemporáneos a un proceso artístico centenario.
Por lo tanto, la trascendental evolución que significó para el alfombrismo orotavense el acontecimiento de confeccionar una alfombra sobre el lienzo ajedrezado de la plaza del Ayuntamiento, no sólo afectó a la materia prima por excelencia hasta entonces: las flores, que fueron desapareciendo en favor de las arenas volcánicas, sino que también generó un progreso en la aplicación de procedimientos técnicos y la variación en los tiempos de ejecución del magno tapiz, pasando de un día cuando se empleaban flores a los casi dos meses que se emplean en la actualidad.