10. Lavaderos
En La Orotava se pueden encontrar múltiples construcciones que han quedado como testimonio de una época no tan lejana en la que el aprovechamiento del agua era esencial.
Nuestra primera parada en este recorrido del agua son los lavaderos, que encontraremos a mano izquierda nada más comenzar la subida por la calle Doctor Domingo González García. En La Orotava llegó a haber hasta cinco lavaderos públicos de ropa de los que sólo se conserva este, conocido como lavadero de San Francisco, del siglo XVI. Del canal principal de agua que abastecía a los molinos se desviaba una acequia para lavar la ropa. La antigua acequia principal, donde se lavaba en común, fue sustituida en los años cuarenta por veinticuatro piletas individuales con surtidor propio. 20 años más tarde se abandonó el uso de estos lavaderos por la domiciliación del agua corriente.
El actual espacio fue recuperado recientemente para servir de ejemplo patrimonial del oficio de lavandera y de los usos del agua en La Orotava.
El oficio de lavandera fue tradicionalmente femenino. Aquí lavaban juntas las criadas, las amas de casa humildes y aquellas que tenían el oficio de lavanderas. Solían cantar juntas mientras lavaban. Esta constituía una de las contadísimas oportunidades para las mujeres de hacer vida social, y este era un espacio exclusivamente femenino, aunque a menudo tenían que ingeniárselas para protegerse de la mirada de los hombres que las espiaban desde la ventana del molino. Desde finales del siglo XVIII, las mujeres se vieron obligadas a despejar el lugar cada tarde, ya que el lavadero se convertía en una suerte de casino para los hombres, donde se bebía vino y se jugaba a la baraja.
Subiendo unos metros encontraremos a nuestra izquierda un molino de gofio, próxima parada de nuestra ruta. Confía en el sentido del olfato porque su característico olor inunda la calle a medida que nos acercamos.