1. El Puente
Nos encontramos en el llamado Puente de La Orotava. Si miras hacia abajo, verás que une los dos márgenes del barranco de Araujo y salva el desnivel que antiguamente dificultaba el tránsito por La Villa. Fue construido en los años sesenta. Desde el puente hacia el mar se tiene una vista privilegiada de los tejados de las antiguas casas de la Orotava y varias de las principales iglesias. Se puede apreciar la cúpula de la iglesia de Santo Domingo al frente y más a la izquierda y arriba los campanarios de la monumental Iglesia de La Concepción.
También se ven en lo alto de algunas casas señoriales los tradicionales miradores, altas terrazas con perímetro de barandilla, algunos de ellos con elegantes lucernarios acristalados. Desde allí se vigilaban las fincas de las propiedades, los campesinos que las trabajaban, y la costa. El mar era fundamental para la supervivencia, ya que era el único punto de conexión con el exterior, y la amenaza de la piratería constituyó un riesgo permanente hasta bien entrado el siglo XVII. Si miras hacia la costa verás el Puerto de la Cruz, antiguo Puerto de la Orotava, independizado de la misma en 1808.
El Puerto de la Cruz fue un puerto de enorme importancia. A principios del siglo XIX obtuvo su independencia de La Orotava tras un período no exento de tensiones, en el que los cañones del Castillo de San Felipe, en la costa, llegaron a apuntar a La Villa.
Si miras hacia abajo verás los balcones traseros y las puertas de servicio de las casas señoriales que tienen su entrada principal en la calle Tomás Zerolo.
El barranco de Araujo era el límite físico del primer asentamiento de La Orotava, que abarcaba, en el siglo XVI, desde este punto hasta la Iglesia de La Concepción.
Vuelve ahora hacia la oficina de turismo y camina bajo los soportales hacia la calle adoquinada del fondo. Cruza la calle y encontrarás el indicativo de la siguiente pista.