El conserje José Tomás García Linares cerró ayer por última vez las puertas del Ayuntamiento de La Orotava, tras casi medio siglo de trabajo a las órdenes de seis alcaldes distintos
El conserje José Tomás García Linares, nacido el 24 de noviembre de 1954 en San Andrés y Sauces (La Palma), cerró ayer por última vez las puertas del Ayuntamiento de La Orotava, tras 48 años y dos meses de servicio público ininterrumpido a las órdenes de seis alcaldes distintos, entre 1971 y 2019.
Decenas de compañeros de Tomás García se reunieron ayer a las puertas del consistorio para rendirle un homenaje sorpresa en su último día laboral antes de iniciar unas vacaciones que concluirán con su jubilación definitiva. Personal de todos los departamentos del consistorio se reunió para desear un feliz retiro a una de las caras más conocidas del Ayuntamiento villero durante casi medio siglo. En 1971, la madre de Tomás García, que trabajaba en el servicio de limpieza del Consistorio de La Orotava, le animó a que se presentara en el ayuntamiento "porque estaban buscando a un chico".
"Yo no quería, pero al final vine, en agosto de 1971, en la época del Trofeo Teide. El alcalde era entonces don Juan Cullen y me hicieron unas pruebas, que en aquella época eran un dictado, unas restas y unas multiplicaciones, y casi me empujaron de cabeza para que entrara a trabajar, porque no tenían a nadie", recuerda.
Su trayectoria se inició el 21 de agosto de 1971. En estos 48 años y dos meses, García ha ejercido como telefonista, ayudante del encargado general del ayuntamiento, encargado del personal de limpieza diaria y, sobre todo, conserje y ordenanza de las Casas Consistoriales de la Villa.
En su memoria guarda infinidad de anécdotas, como cuando los plenos predemocráticos "duraban hasta las doce de la noche" y algunos concejales les pedían que sacaran una botella de coñac que tenía escondida el ordenanza Paco para "entrar en calor", o aquel vecino que siempre que iba a la Alcaldía "se echaba pedos" para indignación del alcalde de la época.
Entre las anécdotas, también algún susto, "como cuando casi se pega fuego el ayuntamiento por un foco mal orientado".
José Tomás García ha trabajado con seis alcaldes: Juan Cullen, el coronel Antonio García, Juan Antonio Jiménez, Francisco Sánchez, Isaac Valencia y Francisco Linares.
En casi medio siglo, este trabajador ha visto "dar muchas vueltas" a un ayuntamiento que, a su juicio, "ha dado un giro de 180 grados": "Cuando empecé aquí había apenas una decena de empleados y la mitad del edificio estaba vacío", pese a que entonces albergaba la biblioteca o los servicios generales. "En el edificio no había ni alfombras y, a través de la separación de las tablas del piso de madera se podía ver a la gente de la planta baja", recuerda.
En su último día de trabajo, le tocó estar en la mesa de las elecciones sindicales y recibió con sorpresa el homenaje de sus compañeros tras 578 meses de trabajo. El exedil y trabajador municipal Vicente Pacheco leyó unas palabras de agradecimiento por "tantos años y días abriendo y cerrando las puertas del ayuntamiento para que todos accedamos a nuestros puestos de trabajo". De él destacó "su carácter servicial", su gratitud, su educación y su aspecto "siempre pulcro e impecable".
"Hoy se acaban para ti el abrir y cerrar puertas y ventanas; el apagar y encender luces; el correr las cortinas y colocar las alfombras; informar a los ciudadanos; recolocar cuadros y detalles; poner atriles, flores y micrófonos; llevar tantas y tantas cartas a correos; presenciar tantas celebraciones de todo tipo en el salón de plenos; barrer el arroz de las bodas; recoger y repartir la paquetería; distribuir las botellas de agua; trasladar todas esas carpetas de oficina en oficina; encuadernar tantos y tantos proyectos; colocar las alfombras en la entrada, o tener siempre una solución en esa pequeña caja de herramientas", narró Pacheco.