Jesús Rodríguez Bravo presenta un libro que desentraña la huella del paso de los Jesuitas por la Villa tinerfeña. Una intensa investigación arqueológica- artística.
El ayuntamiento de La Orotava acoge hoy jueves, 16 de abril, a las 20:00 horas, la presentación del libro del historiador del arte Jesús Rodríguez Bravo, "Los Jesuitas y las artes en La Orotava".
Un libro editado por LeCanarien ediciones con el que Rodríguez Bravo logra desentrañar la impronta del paso de los seguidores de la compañía de Ignacio de Loyola por La Orotava (Tenerife), donde permanecieron 70 años, desde finales del siglo XVII, descubriendo "una casa que esconde una Iglesia".
Una investigación con la que explica la llegada de los jesuitas a la Villa (una de las tres ciudades con mayor esplendor social y cultural en la época junto a La Laguna, también en Tenerife, y Las Palmas de Gran Canaria), las dificultadeseconómicas y sociales con las que se encontraron y cómo llegaron a levantar un edificio muy significativo desde el punto de vista de la historia del arte en Canarias ya que recogía modelos que no se habían aplicado en las Islas y que tenían su origen en Italia y la Península y se expandieron sobre todo en América.
Los jesuitas estuvieron en La Orotava apenas 70 años. Fueron expulsados de España en 1767 y su edificio se quedó ahí, sin concluirse su iglesia, a la que únicamente faltaba cubrirla. Así permaneció hasta 1841, cuando se había convertido en sede del Ayuntamiento. Pero en julio de ese año fue destruida por un incendio y desapareció casi por completo. Años después, hacia 1860, se construyó en ese mismo emplazamiento una casa de estilo neoclásico llamada casa Díaz Flores. El personaje que compró el solar y construyó esta casa, Antonio Díaz Flores, fue alcalde de La Orotava, empresario de éxito en su época y masón en los últimos años de su vida.
Tal y como demuestra el trabajo de Jesús Rodríguez Bravo, la nueva construcción se levantó aprovechando los restos de la iglesia inacabada, de tal forma que respetó sus muros, su estructura interna, incluso aprovechó las puertas pétreas de sus sacristías y únicamente demolió la fachada, con su bella portada salomónica. Es, por lo tanto,"una casa que esconde una iglesia", como gusta recordar el autor.
Esa es la parte más novedosa de este trabajo, pues nunca antes se había mencionado este hecho, creyéndose que se destruyó totalmente el edifico jesuita, incluida su iglesia. Se trata de un hallazgo sorprendente: un esqueleto del XVIII encerrado en un edificio del XIX.
El trabajo también ha supuesto el estudio de los planos del siglo XVIII y del XIX; el levantamiento virtual del edificio; la búsqueda de restos utilizados en otras construcciones... De tal forma que hace un exhaustivo recorrido por la fundación jesuita, las fases de construcción del edificio, los orígenes de su diseño y las influencias que éste tuvo en otros templos, las obras de arte que atesoraba, los libros de su biblioteca y el devenir de la construcción una vez que son expulsados los jesuitas. Un intenso estudio que comienza a finales del siglo XVII y llega hasta nuestros días.
"Ha sido una labor complicada porque no queda prácticamente nada del paso jesuita por La Orotava", afirma el autor. Su colegio, llamado de San Luis Gonzaga, pereció pasto de las llamas en 1841 y sólo algunos restos han llegado hasta nosotros. Por lo tanto, y tal y como manifiesta el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, Fernando Martín, la investigación se convierte en arqueología artística, ya que busca restos para luego recomponer un esqueleto de arte.
Jesús Rodríguez Bravo es Historiador del Arte y profesor. Nacido en La Orotava, objeto principal de sus investigaciones, ha publicado varios artículos en revistas científicas, participado en catálogos e inventarios patrimoniales, compaginando esa labor investigadora con la docente. Aparte de este libro que edita Le Canarien Ediciones, pronto publicará dos artículos en la Revista de Historia de la Universidad de La Laguna, centrados en el arte de los siglos XVII y XVIII. Rodríguez Bravo también es conocido por su faceta de pintor e ilustrador.