La Asociación Cultural Pinolere, del barrio del mismo nombre en La Orotava, ha editado el vigésimo noveno número de la revista 'El Pajar. Cuaderno de etnografía canaria', una de las publicaciones más destacadas de su género tanto en el archipiélago como en el ámbito estatal y que en esta ocasión está dedicada, de forma monográfica, a 'Los caminos tradicionales en Canarias'.
El Pajar, que ha publicado en sus diferentes monografías más de quinientos artículos que se han convertido en notarios de la historia y la realidad canaria, abarcando asuntos como la pobreza, la emigración, las hambrunas, las guerras o el caciquismo, mantenía una deuda con la redes viarias tradicionales de las islas, en las que se abunda en este nuevo número gracias a la colaboración de importantes expertos y desde un punto de vista multidisciplinar. La primitiva red de caminos que atravesaba las islas encuentra su origen hace miles de años en las sociedades indígenas, unas vías que fueron aprovechadas más tarde por los primeros colonizadores europeos tras la Conquista, en el siglo XV. Posteriormente, sobre todo a partir del año 1800, fueron completadas, hasta que a mediados del siglo XX, no hace demasiado tiempo, perdieron casi por completo su funcionalidad debido a la generalización de las carreteras.
La creación de vías destinadas a los vehículos de motor convirtió a las redes de caminos en un vestigio del pasado. No obstante, el desarrollo en los últimos años del senderismo en su vertiente cultural, una disciplina que cuenta cada vez con un mayor número de adeptos, ha permitido que muchas de las vías olvidadas recuperen la funcionalidad perdida.
Una treintena de artículos de prestigiosos investigadores y especialistas en distintas materias recogen, con amplitud de detalles, muchos de ellos determinados por las condiciones orográficas y bioclimáticas de las diferentes comarcas del archipiélago, desde la realidad histórica de la primigenia red de comunicaciones terrestre hasta la huella que han dejado con el paso del tiempo y su influencia en las personas. Los caminos de cada una de las islas, por ejemplo, presentaban unas marcadas singularidades, como era el caso de las vías rectas y anchas de Lanzarote y Fuerteventura, favorecidas sin duda por la orografía llana de ambos territorios, o la compleja red de caminos en herradura, principales y secundarios, que se desarrollaron en las restantes islas. A ellos se añadían un sinfín de vías menores como veredas, atajos o pasos de montaña.
Los artículos inciden en los usuarios de las redes viarias tradicionales, casos de los arrieros o los peatones de correos, así como de los usos que se les daban en los casos urgentes, cuando era necesario recorrerlos a toda prisa para llevar mensajes urgentes o buscar una medicina en la botica más cercana. También en los accidentes que acaecieron en no pocos cruces, algunos de los cuales, con el paso de los años, pasaron a formar parte de las leyendas negras de las islas, creencias sobre brujería incluidas. La treintena de colaboradores que participan en este monográfico de la revista El Pajar aportan al mismo tiempo amplias referencias bibliográficas sobre los diferentes asuntos tratados.
El director de la revista, Rafael Gómez León, considera que esta publicación "abundando en la monografía a la que se ha dedicado, pretende ser un cruce de caminos, en el plano metodológico, de la investigación histórica y etnográfica, tan desperdigada por nuestra fragmentación geográfica". El principal responsable de la publicación subraya que 'El Pajar' "sale un año más, pero no sin dificultades en estos momentos tan complicados para la sociedad de Canarias y nuestra gente". Añade que "la cultura popular, y el patrimonio etnográfico en particular, no es ajena a esta cruda realidad que estamos atravesando, y los recortes presupuestarios también se ceban en ella. Pero, a pesar de todo, seguimos bregando".
El número 29 de El Pajar se pondrá a la venta en un puesto específico dentro de la XXVI Feria Regional de Artesanía, que se celebrará desde este viernes, día 2, hasta el domingo, día 4, en el barrio orotavense de Pinolere.