Una mirada diferente y novedosa del municipio. Ver La Orotava desde el punto de vista masón, porque está llena de símbolos que pasan desapercibidos para la mayoría de las personas pero que son fácilmente distinguibles para los miembros de la masonería.
Este es el objetivo de la primera autoguía sobre la masonería en la Villa, un proyecto de la editorial Le Canarien, apoyado por el Ayuntamiento, al que se le dará continuidad con otras cuatro publicaciones, Las alfombras, que se presentará la primera semana de junio con motivo de las fiestas del Corpus Christi, Memoria Histórica, Espacios de la muerte y Los pajares.
Su autor es José Maza, quien además el pasado sábado, con motivo del Día Internacional del Libro, realizó la ruta, que consta de doce paradas, que partió a las 17.00 horas desde el cementerio municipal y culminó en la ermita del Calvario casi tres horas después. La iniciativa tuvo muy buena aceptación ya que contó con la participación de unas 50 personas que, pese al intenso calor, realizaron el itinerario que localiza los inmuebles en los que vivieron las personas más vinculadas a la única logia existente en la Villa, la de Taoro, creada en el siglo XIX.
Maza explica que hay muchas viviendas que son un referente pero muchos orotavenses desconocen que pertenecieron a destacados masones. No obstante, aclara que no se pretenden interpretar los símbolos porque esa tarea le corresponde a los miembros de esta institución.
Esta primera guía, que estará disponible tanto en papel como en versión digital y que se podrá descargar gratuitamente a través de la página web municipal, es el puntapié inicial de un trabajo más profundo al que se pretende dar continuidad por el atractivo turístico que representa al poner en alza los bienes patrimoniales con los que cuenta el municipio.
- Cementerio
El itinerario parte del cementerio municipal, un lugar destacado dentro de la lucha entre la iglesia y la masonería ya que la primera institución lo declaró profanado tras ser enterrados allí destacados masones, como José Nicolás Hernández y Diego Ponte del Castillo. Como consecuencia, durante los 23 años que duró la declaración, ningún representante eclesiástico pudo entrar al cementerio para oficiar un acto litúrgico.
- Casa de Miguel Espinosa
La segunda parada es en el número 11 de la calle Hermano Apolinar, la casa donde vivió Miguel Espinosa. Este médico, de origen cubano, no sólo fue un destacado miembro de la masonería, llegando a ocupar el cargo de Venerable Maestro, sino un gran impulsor del periodismo local. En el siglo XIX había en la Villa unos 20 periódicos, la mitad de ellos impulsados y dirigidos por él, como La voz de Taoro, El faro de La Orotava, El Cosmopolita, El Vlle de La Orotava y Semanario de Orotava, desde los cuales defendía sus ideales masónicos manteniendo grandes disputas con los diarios tinerfeños, más conservadores por sus críticas al clero.
- Jardines del Marquesado de la Quinta Roja
Fueron diseñados a finales del siglo XIX para albergar los restos del difunto marqués de la Quinta Roja, Diego Ponte del Castillo, al que se le había negado sepultura en el camposanto por su condición de masón. La idea fue de su madre, Sebastiana del Castillo y Manrique de Lara, quien decidió transformar las huertas de su casa en un jardín y levantar en lo más alto del lugar un panteón familiar que perpetuara la memoria de su hijo y el agravio recibido. En el lugar se pueden encontrar diversos símbolos masónicos, entre los que destaca el cruce de caminos, en la sexta terraza, que se ha interpretado como una cruz simbólica.
La ruta tiene doce paradas, empieza en el cementerio y termina en la ermita del Calvario
- Panteón de Diego Ponte del Castillo
Ubicado en el interior del jardín, fue diseñado por dos miembros de la masonería, el arquitecto francés Adolphe Coquet y el maestro de obras Nicolás Álvarez. El primero elaboró para el interior del templete varios bocetos en los que destacaba claramente la simbología masónica, como el emblema de la Logia Taoro, el pelícano, la escuadra y el compás, la balanza, la cruz templaria y la cuchara de albañil, pero fueron descartados por la marquesa. No obstante, pese a que ésta autorizó los símbolos masones en el interior de panteón, hay algunos autores, explica José Maza, que sostienen que el arquitecto, que además era amigo de su hijo, quiso homenajearlo colocando varios símbolos sutiles alusivos a la orden, como las hornacinas vacías, que se relacionan con el principio de que la masonería se reconoce a sí misma como adogmática y deja libertad de creencia a sus miembros; la forma de la cripta, que según algunos no es casual; o la decoración de la puerta de entrada, decorada con motivos florales que recuerdan a la representación del Árbol de la Vida, símbolo de la existencia terrenal y la cruz celta. Mientras, en la parte baja, resaltan la letra griega Omega, representación simbólica tanto del final de la vida como de la perfección.
- Casa de los marqueses de la Quinta Roja
Los marqueses vivían en la vivienda número 9 de la calle San Agustín, un inmueble de estilo mudéjar construido en el siglo XVII que se convirtió en el hotel Victoria, luego albergó la Sociedad Liceo Taoro hasta convertirse en 1976 en un curioso museo de muñecas, autómatas y otros objetos. En 1980 el Ayuntamiento lo compró y lo convirtió en el Centro Municipal de Mayores.
- La imprenta Herreros y la prensa masónica
La efervescencia política que se vivió en España en el siglo XIX, sobre todo en la segunda mitad, estimuló la aparición de muchos diarios por todo el país y La Orotava no fue una excepción. Gran parte de la prensa estaba dirigida por liberales, republicanos y masones. Se imprimían en la que con el tiempo se convirtió en la principal imprenta del municipio, la de la familia Herreros, situada en la calle Carrera del Escultor Estévez número 13, donde actualmente se ubican los almacenes que llevan el mismo nombre.
- Casa de Hermann Wildpret Soder
De origen suizo, fue el cofundador de logia masónica Taoro 90, en la que se conocía con el nombre de Guillermo Tell, y a la que estuvo vinculado más de 12 años. Ocupó diversos cargos, como el cuidado del templo, visitar, dar consuelo y socorro a los hermanos enfermos, tareas para las que se buscaba a un hombre de carácter dulce, sensible, con talento y mucha actividad, entre otras características.
- Iglesia de la Concepción
La iglesia condenó siempre la masonería y en la Villa, la iglesia de la Concepción, declarada monumento histórico-artístico en 1948, fue el epicentro de la lucha. Sin embargo, ello no impidió que la inmensa mayoría de los masones pertenecientes a la logia orotavense fueran cristianos y profesaran su fe en este lugar, que contiene diversos símbolos asociados a la masonería en los tres paneles de relieve en las dos columnas centrales. Entre los ejemplos, están el dedicado a la Escalera de Jacob, por la que, según la Biblia, asciende y descienden los ángeles del cielo; o el triángulo con un ojo central y vértice en la parte superior, una imagen que se reproduce en otro panel bajo el púlpito aunque en este caso el vértice del triángulo se orienta hacia abajo.
La Concepción fue el epicentro de la lucha entre la iglesia y la masonería
- Casa natal de Diego Ponte del Castillo
En el número tres del Callejón de la Quinta se encuentra la casa natal de Diego Ponte del Castillo, que al trasladarse definitivamente a la vivienda de la calle San Agustín, se convirtió en la residencia veraniega de los marqueses de la Quinta.
- Casa de Miguel Villalba Hervás
En el número 7 de la calle Nicandro González Borges, próxima al desaparecido teatro Atlante, vivió Miguel Villalba Hervás, el masón orotavense más importante de finales del siglo XIX. Abogado, periodista e historiador, también fue un gran político y orador, llegando incluso a ser gobernador civil de Tenerife durante la I república. Fue el auténtico protagonista de la ofensiva masónica contra la iglesia católica.
- Casa del párroco José Borges Acosta
Justo al lado de la plaza Franchy Alfaro, puerta con puerta, vivieron el párroco José Borges, quien pasó a la historia por haberle negado cristiana sepultura al marqués de la Quinta Roja y a su convecino, el masón Nicolás Hernández, a quien también acusó de filiación masónica y cuyo cuerpo terminó enterrado en un despojo del cementerio municipal.
- Hermandad del Calvario
La ermita del Calvario es la última parada de la ruta que permite descubrir los rincones de la Logia Taoro. La hermandad que lleva el mismo nombre contó entre sus primeros fundadores con algunos de los más destacados masones de las logias del Valle de La Orotava.
Fuente: GABRIELA GULESSERIAN – REPORTAJE GRÁFICO: MOISÉS PÉREZ | La Orotava