Tapas y viudas para despedir a Crispín

17/02/2015

Y tras la celebración del apoteósico coso, la Villa pasa a su Miércoles de Ceniza con atractivas iniciativas para despedir a Crispín.

Desde las siete de la tarde, 'Tapas y Viudas', varios restaurantes y cafeterías de La Orotava tomarán la calle de San Agustín, junto a la Plaza de la Constitución, para ofrecer diversas y variadas tapas con productos de temporada y propios de esta fecha. Así se invita a esperar, de forma más amena, la llegada de la comitiva fúnebre degustando la gastronomía local. El grupo 'Clave de Son', desde lo alto del quiosco de la plaza, amenizará el ambiente con sus acordes latinos.

El cortejo fúnebre partirá a las 20:00 horas, desde La Cancela hacia la Cruz del Teide y continuará por las calles Salazar, San Francisco y Carrera Escultor Estévez hasta llegar a la citada Plaza de la Constitución para su quema, a las 21:00 horas, aproximadamente. En este acto se contará también con la participación de los grupos del carnaval orotavense.

La fiesta y la buena gastronomía serán el maridaje perfecto para animar a las viudas, mascaritas y múltiples espontáneos sin consuelo.

CRISPÍN
El Crispín de La Orotava cumple 36 años, uno más que la celebración del propio coso villero. Este 'personaje' nació en 1979 por iniciativa de Rigoberto González, dueño de la fábrica de mármoles La Milagrosa y en aquella fecha concejal de la nueva corporación democrática. Crispín cada año se disfraza de Carnaval y luce radiante hasta su quema.

El hecho de utilizar un muñeco y no una sardina como en otros lugares, se debe a una historia local. La tradición cuenta que en La Orotava, en la etapa de la Dictadura, siempre salía por el casco un vecino de La Cancela, amante de las fiestas carnavaleras, con un muñeco al hombro y disfrazado. Este osado villero recorría las calles cada Miércoles de Ceniza, pero tenía que tirar el muñeco y huir desde que veía a la policía represora, que no dudaba en perseguirlo año tras año. Rigoberto González al acceder a la corporación municipal y recuperar estos populares festejos de carnestolendas decidió hacer algo similar a lo que ya para muchos era una tradición, por lo que el Miércoles de Carnaval (Miércoles de Ceniza) se programa el entierro y quema de un muñeco, al que decidieron llamar Crispín.