Un hijo de Luciano Morales provee de flores al Mercadillo Valle de La Orotava todos los sábados

30/04/2019

 Aparte de verduras, papas y frutos, cultiva próteas, claveles, astromelias, iris, nardos y narcisos en Pinolere y Mamio

Ángel Miguel Morales Luis, hijo de Luciano Morales, uno de los precursores del Mercadillo Valle de La Orotava, sigue con la tradición de su padre y cultiva en varias fincas de Mamio y Pinolere flores, verduras, papas y una gran variedad de frutos, que cada sábado acerca al Mercadillo para su venta.

Ángel Morales atiende seis parcelas familiares cuya superficie total se acerca a los 20.000 metros cuadrados, aunque, a su juicio, “no están a pleno rendimiento, pues es mucho trabajo”. Hablamos de la finca Los Barros y otras ubicadas en Pinolere, en el Lomo Los Bobos, cerca del recinto etnográfico y ferial de la zona, y una de Mamio, Aguamansa, en los altos de la Villa de La Orotava.  

Casado con Tamara Hernández Reverón, natural de Puerto de la Cruz, Ángel Morales planta papas de muchas clases, pero sobre todo bonitas, que asegura ofrece a “muy buen precio”. En cuanto a las flores, apuesta por diversidad de próteas, claveles poeta, orejas de burro, astromelias, safaris, nardos, narcisos, iris y algunas más.  

En Pinolere y Aguamansa también produce frutas: manzanas, peras, ciruelas, castañas, limones, naranjas, membrillos, aguacates, caquis, phisalis, parchitas, etcétera; y cultiva escarolas, lechugas de roble y de otro tipo, rúcula, calabazas, habichuelas, coles y demás verduras. Para su casa, el matrimonio hace dulce de membrillo y licor de ciruelas.

Ángel Morales reconoce que se decide por abonos naturales y muy pocos productos fitosanitarios o químicos. Apunta que él mismo elabora el compost; que adquiere estiércol de cabra, conejo y caballo y que prepara una serte de mezcla con restos vegetales de podas y desherbados.

En este punto, confiesa que protege sus manzanos y perales con la instalación de trampas para la mosca de fruta, y su producción de tubérculos con la utilización de feromonas para la polilla de la papa, “para que no salgan bichadas”.

Aunque en su casa siempre hubo animales: cabras para la leche, el queso y la carne, perros, gallinas y conejos; ahora en las fincas familiares sólo crían gatos, “que mantienen a raya a las ratas de campo”.

Pese a que, como se ha dicho, se crió con leche de cabra, al llegar a la treintena tuvo que dejar de consumirla porque le sentaba mal; pero “ahora me echo unas hartadas de queso que da miedo”, nos suelta Ángel Miguel Morales con ese pronto del hombre del campo.

Ángel Morales reconoce que cuando se hizo cargo de las fincas tuvo que empezar de cero, pues con la enfermedad de su padre todo quedó abandonado; pero poco a poco y con muchas ganas… Como muchos jóvenes de Pinolere, aunque siempre ayudó a su familia en los huertos, inicialmente trabajó en el sector de la construcción (como pintor).

Luciano, el emprendedor de Pinolere

Luciano Morales, el padre de Ángel Miguel Morales Luis, fue un hombre muy querido y respetado en Pinolere, no sólo por su crucial labor social y asociativa en el lugar, sino también por ayudar mucho a sus convecinos.

Emprendedor como pocos, Luciano Morales da nombre a la plaza de este barrio orotavense y fue uno de los incondicionales que hicieron posible la construcción en Pinolere de un templo. También impulsó la creación del Mercadillo Valle de La Orotava y trabajó por su continuidad e importancia. Casó con Josefina Luis y tuvieron tres hijos. Estuvo vinculado a la asociación de vecinos y a distintos colectivos sociales y políticos. En el ámbito laboral, fundó una empresa que ofreció servicios de mantenimiento a Telefónica, adquirió un camión para el servicio público en la parada de La Orotava y hasta fue personal de Medio Ambiente. Estas ocupaciones las compaginaba con el cultivo y venta de flores, papas y verduras, una de sus grandes pasiones.