El joven artista Pedro Antonio Cedrés dará comienzo, con una muestra de su obra pictórica, al proyecto cultural Villarte del Centro Comercial La Villa en La Orotava.
"Villarte" es una iniciativa a través de la cual se trata de acercar el arte a lugares tan cotidianos como un centro comercial. En éstos se ubica un espacio expositivo en el que se expondrán las obras de los jóvenes creadores del norte de Tenerife. Y además, como valor añadido, cada uno de estos artistas tendrá durante los días de su exposición, esta zona como su propio estudio y así tener el público en general la ocasión privilegiada de vivir directamente el proceso de creación de obras de arte.
Del 17 de febrero al 2 de marzo, Pedro Cedrés mostrará su visión dual ante el "Horror Vacui" mezcla de un incontenible deseo de manchar el desierto blanco del recuerdo o quizás deshacerse de él. La pintura, para este joven creador residente en Los Realejos, siempre fue el objetivo de su ser y el testigo de su historia. En palabras del artista "no se trata en ningún caso de representar la realidad ni de idealizarla: sino de describirla desde lo profundo y sin ataduras estéticas". "Relatar lo que acontece a mi alrededor con iconos que van desde lo religioso hasta lo mundano y de lo cotidiano a lo místico", apuntó.
Subjetivo, crítico, retorcido, puntiagudo, tenaz, oscuro son algunas de las características de este artista, autodidacta y versátil: ilustrador, muralista, tatuador, fotógrafo, diseñador gráfico, músico y poeta. En su caso, el color siempre ha estado supeditado a la forma. Siendo éste una consecuencia de la búsqueda de nuevos métodos expresivos. Últimamente, el color surge por sí mismo en sus cuadros, incluso protagonizándolos. Suelen ser fríos y melancólicos, como en el amanecer o en el ocaso.
Su obra pretende la descomposición atómica de las emociones convertidas en píxeles y dolorosos reencuentros con la muerte. Aquelarres, negaciones y profundos estados de ansiedad emocional. Desechos cárnicos en papeleras de papel y madera, jirones de recuerdos perdidos en los troncos de los árboles. Belleza esquiva e irreal sensación de amplitud. Bucólicos pasajes que nos conducen por caminos más bucólicos aún y ecos del futuro. Tan azul pero tan pálido.
Sobre formatos normalmente lisos crea texturas por acumulación de pigmento. En algo parecido a la encáustica, éste usa su libre albedrío en forma de gotas, prominencias y manchas tan inesperadas como oportunas. Siendo ésta la aportación del azar y el recuerdo de que el arte es efímero. El arte se pinta a sí mismo.
Las obras se desarrollan sin bocetos o ideas preliminares. Son como manchas que derivan en formas, adquiriendo sentido según transcurre el tiempo. Casi todo me arrastra hacia un nuevo color o forma, convirtiéndose mi trabajo en un diario visual, libre de ser retomado en cualquier momento o repintado como un día nuevo. La concepción saturada del espacio deriva de la necesidad de representar el mundo en su totalidad, ¿cuántos estímulos recibe la mente en un solo segundo?