Aguamansa – Por Isidoro Sánchez

5/05/2013

En La Orotava es fácil encontrar Aguamansa, y no sólo porque es una ruta de la guagua de TITSA. Está por encima de Pinolere y por debajo de Los Órganos. Su ubicación está alrededor de los mil metros de altitud en lo que se refiere a cotas y orientada al norte en lo que trata de exposición. Fue siempre un topónimo relacionado con el agua. Desde la época de los guanches, que gustaban de disfrutar de este territorio, hasta la actualidad. Por eso no es de extrañar que cuando la conquista de los castellanos en 1496 irrumpiese en el mundo canario la figura del ‘Heredamiento de Aguas de La Orotava’, del histórico Río de Aguamansa.

La naturaleza había sido muy generosa con esta ladera del norte de Tenerife. De hecho el valle de Taoro fue una alfombra en la historia geológica de la Isla de la que se enamoró a mitad del siglo XX la poeta cubana del agua, Dulce María Loynaz; al igual que un geólogo de la envergadura científica de Telesforo Bravo que conoció bien sus entrañas. A través de su trabajo sistemático en las galerías del valle pudo descifrar la formación del mismo, que se desparrama entre Tamaide y Tigaiga, entre el mar y la cumbre de Pedro Gil.

Después de la gea volcánica y sus secuelas vino la vida y los guanches se asentaron, desde el mar hasta la cumbre, a lo largo del barranco de la Arena que se abrió por culpa del vulcanismo en tiempos inmemoriales, como el de Godínez en Los Realejos que separó los primeros municipios realejeros. Del barranco orotavense nos vamos a ocupar pronto en un proyecto energético que se delinea entre El Rincón y la balsa de Aguamansa. Pero para entender bien Aguamansa hay que recordar que esta zona está situada por debajo del monte ‘Mamio, Leres y Monteverde’, que está inscrito en el catálogo de UP con el nº 22. Fue siempre objeto de atención por parte de la sociedad orotavense, por diversas razones. Para aprovechar sus aguas de manantial y las subterráneas, alumbradas por galerías históricas algunas de ellas, como la del Velo, y la del Moral. También por sus productos forestales: el carbón, la pinocha, las horquetas y la madera; por el uso recreativo en La Caldera y la contemplación de los viveros forestales. Siempre fue un lugar de tránsito para el sur, para Arafo y Candelaria en particular, por las cabras y la música, por saludar a la Virgen en agosto.

De Aguamansa algunos vecinos tuvieron que emigrar en los años difíciles aventados por la pobreza, pero siempre vivieron personajes populares e importantes. Unos por el trabajo y otros por la sangre, a veces por el descanso y la salud. Siempre era habitual encontrar pajares en las fincas de la aristocracia orotavense. Con el empeño y la perseverancia de la asociación de vecinos se consiguió agua y luz, viviendas y escuelas, centros sociales para los mayores.

Siempre Aguamansa fue una fábrica de endorfinas. Los amaneceres y sobre todo el atardecer desde Mamio, con espectaculares puestas de sol, hacen de Aguamansa un sitio ideal para el descanso y la reflexión. Y no digamos nada si los acompañamos de las papas bonitas y del orégano, de las castañas y de las manzanas reinetas, a veces las ciruelas. La venta que tenía Casiano y la finca de la familia Arroyo fueron testigos de excepción, como también don Gabriel, Esteban, Jorge y Balbino, entre otros. Tampoco debemos dejar a un lado los conejos en salmorejo y la carne y el queso de cabra. La gastronomía siempre fue su fuerte.

En Aguamansa, que está en la ruta de las cañadas del Teide, sobresalen recursos singulares, tanto relacionados con la naturaleza como con la técnica y la historia. De la primera Los Órganos, el pinar y el monteverde en la Corona Forestal; de la segunda, los 50 Chorros de El Moral y la balsa de El Velo; de la historia, el castaño de las 7 Pernadas, la Casa del Agua y los pajares.

 


Fuente: http://laorotava.diariodeavisos.com