Daniel Mesa (La Orotava, 1983) esconde la personalidad de Totó el Payaso, siempre con una potente faceta de labor social detrás que se refleja en la visita a los hospitales, sobre todo a las plantas de Pediatría, para "devolver a los niños ingresados su esencia de ser niños". Su última etapa viajera ha sido Japón y en concreto su capital, Tokio, donde fue invitado por el Instituto Cervantes con el apoyo de Canarias Cultura en Red del Gobierno de Canarias. Daniel o mejor Totó ofreció a EL DÍA las que son auténticas opiniones de un payaso.
Mesa defiende que "el clown no tiene fronteras y cuando se enfrenta al público desde su lado más payaso, más humano, surge una química casi mágica que conecta a las personas a través del lenguaje universal: la risa".
Cuenta que la de Japón "ha sido una experiencia sensacional. Era un gran desafío artístico ya que en Asia no existe la figura del payaso como la entendemos en Europa, pero el espectáculo funcionó perfectamente. Les gustó Totó y llenar un teatro a 12.000 kilómetros de casa es todo un subidón. Había estado en 2017 en China y el público asiático no deja de sorprenderme. A nivel artístico y de acogida humana tan solo tengo buenas palabras".
Cuenta una anécdota: "Al terminar el espectáculo se acercó muy decidida a saludarme y fotografiarse conmigo una abuela de 96 años. Estaba feliz, emocionada, súper contenta.. Momento mágico".
Totó recuerda que "siempre he sido un poco trasto, desde que era un niño. Creo que payaso se nace y luego se hace. Era curioso, inquieto, juguetón, muy sociable y hoy en día Totó lo es aún más". Valora que "en Canarias nunca hemos tenido gran tradición circense ni referentes en el mundo del payaso, así que me ha tocado mirar hacia fuera. Basta seguir los pasos de la historia de este oficio milenario. El que la sigue la consigue. He tenido mucho trabajo en estos casi 20 años desde mi primera puesta de nariz, pero pasito a pasito he logrado hacerme un hueco con el estilo y el sello de Totó". Recuerda que "empecé en mi pueblo muy joven. Mientras estudiaba en Los Salesianos me ofrecieron hacer un papel, el de Totó, para un espectáculo de final de curso. Era septiembre de 1999 y tras ponerlo en escena algo en mi terminó de encajar. Sentí que yo estaba hecho para eso y desde ese momento no he parado de hacer el tonto y no me ha ido mal".
Daniel critica: "En Canarias hay mal uso del oficio y muchos animadores o dinamizadores creen que por ponerse una nariz de gomaespuma y ropa hortera son payasos. Ambos oficios son necesarios, pero diferentes".
"Salir de Canarias, subraya, es difícil por la insularidad, pero hace ya muchos años que viajamos por el mundo agarrados a la nariz de Totó, el mejor pasaporte. Es un honor poder defender mis islas fuera".
Totó tiene claro que "uno no actúa de payaso, uno es payaso. Hay días mejores y peores, pero cuando uno ama lo que hace y hace lo que ama, es muy difícil tener desgana o entrar en rutina. Los payasos tenemos un sexto sentido que hace que al ponernos la nariz, todo fluya de otra manera".
Resume la experiencia de actuar para niños hospitalizados: "Los niños siempre son niños y esa es la clave del éxito. En los hospitales les devolvemos la esencia de serlo. Intentamos desde el clown devolverle a la condición de niño y poder soñar, imaginar, jugar y así desdramatizar y humanizar su estancia en el hospital. Ayudamos a través de la risa a que las estancias sean más llevaderas para ellos como pacientes y para sus familias. Además de colaborar a que el equipo sanitario trabaje en un ambiente más distendido, con menos estrés y más humor, lo cual el beneficioso para todos". Totó o Daniel. O viceversa. Piensa que "nunca es tarde para reír, pero los payasos somos muy respetuosos, educados, observadores y hemos de absorber como esponjas el estado del público, su momento, su situación y desde ahí, crear. Conmigo, normalmente suelen reírse más que echarse a llorar, así que si dicen que es más difícil hacer reír que hacer llorar, creo que voy por buen camino".
Reconoce haber tenido "públicos fríos, secos, distantes... Finalmente logro conectar pero he de sudar más que otras veces".
Totó es "más de improvisar. El clown ha de ser fresco y espontáneo; por tanto la improvisación es una gran base, pero un orden es necesario y ayuda. Desde hace años creo de manera colectiva mis espectáculos con mi mujer y hacemos un buen equipo",
Sobre sus referentes apunta: "Recuerdo los números de los payasos que visitaban Canarias. Me gustan muchos los números clásicos, donde los recursos no iban más allá de una silla".
Concluyó con mensaje al niño que quiere ser payaso: "Le diría que pa lante. Este es un oficio con siglos de tradición y hay que respetarlo, cuidarlo y defender que ser payaso es algo muy serio".
VIAJERO Y 'ALOCADO' Totó es un alocado payaso, soñador y aventurero. Clown contemporáneo con casi veinte años -los cumple en septiembre- en sus narices. Ha llevado sus espectáculos desde Canarias a España, Portugal, China, África y Japón. Se define como "un payaso contemporáneo, con estilo propio". Su último show en el Cervantes japonés ha sido familiar y multidisciplinar, repleto de magia, malabares y risas. "El clown no es solo cosa de niños", defiende quien supera con su humor fronteras, culturas y edades. "Ha estado presente a lo largo y ancho de la historia del mundo y en diferentes culturas; el humor más simple es condición humana y ahí es donde me muevo", afirma Totó. Y asegura: "Mi humor es fresco como el mar que baña Canarias". Payaso, actor y músico, -estudió Percusión en el Conservatorio- Totó tiene una amplia formación artística. Está orgulloso de pertenecer al equipo de Doctores Sonrisa de la Fundación Theodora España, que lleva el humor a los hospitales y a los críos ingresados en ellos. Este fin de semana actúa en Candelaria y luego inicia una gira peninsular hasta finales de agosto. Ya tiene fechas en septiembre para actuar en La Palma, Fuerteventura y Gran Canaria.
FUENTE: EL DÍA