La Orotava, la villa que nació alrededor de 13 molinos de agua

25/10/2012

Reportaje sobre la ruta de los molinos de la mano del orotavense Bruno Juan Álvarez, quien primero con su tertulia en la desaparecida televisón local Archipiélago TV, y ahora con su portal web se ha convertido en un referente de la crónica histórica del municipio norteño. En uno de sus numerosos reportajes, Álvarez recopila amplia información sobre la denominada ruta de los molinos, un capítulo destacado de la historia orotavense del que aún quedan vestigios muy vivos, entre ellos los molinos de Don Chano o el de La Máquina, de Ángel Nono Domínguez, que siguen elaborando artesanalmente uno de los mejores gofios de la Isla.

Desde el siglo XVI se aprovechó el gran caudal de agua de los manantiales de Aguamansa para, mediante una acequia de tea que desde el monte atravesaba toda la Villa, abastecer a la población y regar las fecundas tierras del Valle. Ese caudal, aprovechando el gran desnivel existente, dio lugar a la aparición de un conjunto de trece molinos de trigo alineados. La estructura de cada uno estaba formada por un cubo de mampostería para la represa del agua, cuyo impulso por caída movía un par de ruedas hidráulicas dentadas que engranaban con la que estaba unida a la muela del molino, la piedra que trituraba el grano de millo o trigo, previamente tostado.

El motivo de la aparición de estos molinos de agua está en el carácter poco ventoso del Valle, por lo que no se podían utilizar molinos de viento. Conformaban un conjunto originalmente unido por un canal de madera de tea sostenido por pies verticales que hoy no se conserva.

Tal y como destacó el profesor Alfonso Trujillo Rodríguez, “serán estos elementos -los 13 molinos- los que marcarán las pautas y constituirán los puntos de referencia que configurarán el espacio urbano de esta ciudad”, fundada justo después de la Conquista de la Isla y que creció, precisamente, como una franja alargada de sur a norte, siguiendo el cauce de la acequia que alimentaba los molinos. Uno de los más antiguos era el del llano de la Sierra, construido en 1503 por Lope Gallego, y situado en las inmediaciones de la ermita de Santa Catalina. No se trataba de un molino harinero sino de una rueda productora de energía hidráulica, una noria que hacía funcionar el aserradero existente entre los caminos de Aguamansa y El Sauce. Cerca de la plaza de La Piedad aún está el molino del Cubo Alto, el de mayor altura de todos. El molino de Josefina lo fabricó un tío del Adelantado, Juan Benítez, en el siglo XVI. En San Francisco todavía funciona el conocido popularmente como molino de don Chano, construido en en el siglo XVI por Bartolomé Benítez de Lugo, quien también construyó el molino de la Tapia Amarilla. Al frente de la Casa de los Balcones existió otro, propiedad de la familia Franchi, que fue derruido cuando los jesuitas construyeron un colegio en la zona. El molino de don Ángel o de Monteverde (La Máquina) lo levantó Juan de Ponte, regidor perpetuo, en 1634. A continuación estaba el molino de Lercaro o de El Hoyo. Los molinos de la Cruz Verde, La Magnolia, San José, las Cuatro Esquinas y San Francisco completaban el conjunto.

De los diez de estos molinos que aún se conservan en La Orotava, tres continúan en funcionamiento, aunque movidos no por el agua, sino con energía eléctrica.

 

Fuente: Diario de Avisos