13/06/2019
ALGUNOS VILLEROS COMO JOSÉ MANUEL ALONSO, MÁS CONOCIDO COMO JOSITO, LLEVAN 27 AÑOS RECOGIENDO LA ARENA DEL PARQUE NACIONAL PARA CONFECCIONAR EL MAGNO TAPIZ DE LA PLAZA DEL AYUNTAMIENTO CON MOTIVO DEL CORPUS CHRISTI QUE SE CELEBRA EL PRÓXIMO 27 DE JUNIO
Los alfombristas de La Orotava ya están manos a la obra en la confección del magno tapiz que este año engalanará la plaza del Ayuntamiento villero el próximo 27 de junio. Una proeza que requiere de muchos trabajos previos como los de buscar, recolectar y preparar la arena del Parque Nacional de El Teide que más tarde dará vida a la tradicional alfombra. El villero José Manuel Alonso lleva 27 años dedicándose a ello. Nadie conoce los secretos mejor guardados del volcán tinerfeño como él. Nadie sigue los rincones del parque como si fueran la palma de su mano, como él. Y nadie sabe hacerse con los 27 tonos de arena que ofrece este paraje Patrimonio de la Humanidad sino él.
José Manuel Alonso, conocido como Josito, se ha convertido en el conquistador de la paleta de colores de tierra de El Teide. El alfombrista, uno de los miembros de la asociación ArteArena -formada por los artistas que confeccionan la alfombra del Consistorio-, lleva casi tres décadas recogiendo arena a más de 3.000 metros de altitud para crear el magno tapiz de la plaza del Ayuntamiento villero. Una hazaña imprescindible para hacer magia en forma de alfombra cada Corpus Christi.
Todo empezó, como suele suceder en esto de las tradiciones, cuando Josito era aún un niño. Lo de hacer obras con flores y arena es algo que lleva casi tatuado en la piel, por eso, cuando unos amigos le invitaron a sumarse al grupo de artistas que crea la alfombra de tierra más espectacular del mundo no se lo pensó dos veces. Fue entonces, hace 27 años, cuando Josito recibió el legado al que hora dedica sus esfuerzos: encontrar la arena de colores de El Teide.
A LA MANERA TRADICIONAL
Cada año, cuando se acerca el mes de junio, el villero, junto a otros alfombristas, sube hasta el volcán tinerfeño para cumplir su cometido. Recorre todos los recovecos del parque, indaga en sus escondites y se hace con la paleta. Tres tonos de verdes, tres de rojos, dos amarillos, violetas y hasta distintos tipos de negro conforman el lienzo natural que se puede conseguir en este paraje. Un plástico, unas cuantas cubetas, una pala, una cernidera, y una azada son las únicas herramientas necesarias para esta tarea que se sigue haciendo a la manera tradicional. Tras cargarla al hombro y bajarla hasta la Villa, esta vez sí, en camiones, se cierne de nuevo para preparar la arena perfecta y poder dar vida al tapiz.
Al contrario de lo que generalmente se piensa, la cantidad de material recolectado en el Parque Nacional no es desorbitada, ni mucho menos. El material sobrante se guarda para el siguiente año y el que sí se recoge nuevamente se recicla, reutilizando la arena erosionada por la lluvia o el viento de manera ecológica. Además, esta actividad siempre está tutelada y supervisada por agentes del parque así como de Medio Ambiente. Una gestión para la que también es necesaria una autorización previa.
Cuando ve el resultado final, ese que le demuestra, año tras año, que el esfuerzo ha merecido la pena, le faltan las palabras. “Me quedo sin habla”, reconoce en estas ocasiones. Para él es un privilegio, un símbolo de la identidad del municipio.