En La Orotava encontramos varios Bienes de Interés Cultural (BIC), declarados por el Gobierno de Canarias. Los Bienes de Interés Cultural son aquellos bienes muebles o inmuebles que tienen un gran valor histórico y que deberían tener un alto nivel de protección en el ámbito legal. Se distribuyen en diferentes categorías: conjunto histórico, monumentos, zona arqueológica, jardín histórico, patrimonio etnográfico, sitio histórico,
ANUNCIO:
BOE nº 181. 29 de junio de 1948 – 2804 (Declaración)
ANUNCIO:BOC Nº 211. 26 de Octubre de 2012 – 5333 (Incoación de la Modificación)
El 16 de junio de 1948 la Iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción fue declarada Monumento Histórico Nacional, mediante Decreto 18/06. El 10 de febrero de 2012 el Sr. Director del Cultura y Patrimonio Histórico del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife resolvió Incoar expediente por el que se modifica la categoría del bien de interés cultural declarado mediante el citado Decreto de 18 de junio de 1948, por el que se declaró la Iglesia de la Concepción de La Orotava como Monumento Histórico – Artístico, pasando a la de Monumento, estableciendo la delimitación escrita y gráfica, la justificación de la delimitación y descripción de este bien, así como la relación los bienes muebles vinculados, de conformidad y en adaptación a la legislación vigente.
El origen histórico de este templo se encuentra indisolublemente vinculado a la propia génesis de La Orotava como lugar de población, en los albores del siglo XVI, cuando fue erigida una modesta ermita que, a su vez sería ampliada a mediados de esa misma centuria.
A comienzos del siglo XVIII, los terremotos previos a la erupción del Volcán de Güímar generaron graves y progresivos deterioros en la edificación, hasta el punto de que en 1758 fuera declarada en ruinas. Una década más tarde y siguiendo las pautas dictadas por el maestro cantero
Patricio García, comenzaron las obras de edificación del actual templo, enriquecidas en su diseño interior de gusto neoclásico, gracias a las aportaciones del arquitecto de la Corte, Ventura Rodríguez.
En 1788 y gracias a las aportaciones económicas de la Corona, el comercio con América Latina y los beneficios de la exportación de los vinos de la localidad, el templo pudo ser concluido bajo su actual fisonomía, revelándose como un magnífico ejemplo de arquitectura simbiótica en la que los lenguajes constructivos Barroco, Neoclásico y Mudéjar, se combinan y complementan de un modo notable, destacando entre otros aspectos, el sobresaliente diseño escultórico de su portada de cantería; la concepción clasicista de su espacio interior, los magníficos artesonados que cubren sus sacristías, reconvertidas hoy en museo de arte sacro, o su esbelta cúpula sobre tambor que constituye, sin lugar a dudas, uno de los símbolos identificativos de la Villa de La Orotava.
Pero si paradigmática resulta su interés como arquitectura no menos importante es su papel como contenedor de obras de arte. En tal sentido, el templo matriz de la Concepción reúne un espléndido muestrario de obras de arte de naturaleza plástica y suntuaria, testimonio de diferentes épocas, escuelas y artistas tanto locales como foráneos, custodiadas en magníficos retablos, materializadas en notables esculturas tanto de bulto redondo como de vestir; espléndidas pinturas, estimables labores de orfebrería y suntuosos textiles, entre otras manifestaciones objetos de interés patrimonial.
ANUNCIO: BOC Nº 045. Viernes 4 de Marzo de 2005 - 311
El 10 de diciembre de 1976 y mediante R. D. 3.302/76, la Villa de La Orotava fue declarada Conjunto Histórico Artístico. No obstante, la declaración no incluía ni la descripción gráfica y escrita ni el perímetro de protección. Ante tal situación y en cumplimiento de las determinaciones previstas en la Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias, el 22 de febrero de 2005 y mediante Decreto 22/2005 del Gobierno de Canarias, se aprobó la delimitación del entorno de protección del Bien de Interés Cultural (BIC) bajo la categoría de Conjunto Histórico a favor de la Villa de La Orotava.
El primitivo lugar de asentamiento poblacional que hoy conocemos como La Orotava, formaba parte del antiguo Menceyato de Taoro, uno de los nueve reinos aborígenes en que se encontraba dividida Tenerife hasta 1496, año en que finalizó el proceso de conquista de la isla. A partir de entonces, el conquistador Alonso Fernández de Lugo inició el reparto de tierras y aguas entre los beneficiarios de la Conquista, hecho que originó múltiples conflictos, dados los intereses creados en torno a un territorio caracterizado por la fertilidad de sus suelos y por la abundancia de sus aguas.
Ante la arbitrariedad con que el Adelantado Fernández de Lugo realizó la distribución inicial, y las reclamaciones surgidas por tal motivo, Fernando el Católico determinó el nombramiento de Juan Ortiz de Zárate como Juez Repartidor, cuyo mayor objetivo desde su llegada fue el de organizar un espacio urbano que dotara de identidad a la creciente Orotava. Dada la inaplazable necesidad de definir un espacio carente de ordenación, Ortiz de Zárate fijó los límites del primitivo núcleo "cabe la sierra, hasta las cabeceras de los cañaverales", al sur y al norte, y encomendó al regidor Diego de Mesa la tarea de trazar a cordel la delineación de calles. Este planeamiento urbanístico tomó como eje central a la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, y fue efectuado en atención no sólo de las escasas viviendas existentes, sino también de industrias como los ingenios, los molinos y aserraderos que jalonaban la orografía del lugar de sur a norte.
A partir de ese momento comienza a gestarse la imagen urbana de La Orotava que alcanzará su definición durante el siglo XVII, siglo de esplendor de la localidad. Una imagen urbana marcada por las características topográficas de la zona, singularizadas por el acentuado desnivel del terreno así como por la presencia de un verdadero eje vertebrador de la primigenia trama urbana como era la acequia que conducía el agua desde las zonas altas hasta las tierras bajas de cultivo, atravesando el núcleo poblacional de sur a norte. Ese eje estaba definido por una serie de industrias productivas como los citados aserraderos, los ingenios azucareros y, sobre todo, por doce molinos hidráulicos de los que en la actualidad subsisten diez.
Sobre este espacio se fundaron durante los siglos XVI y XVII ermitas y conventos vinculados a las familias terratenientes, que tenían el objetivo de consolidar núcleos de vecinos a la vez que establecían los límites del territorio y se erigían en referentes culturales para la alta sociedad orotavense, en el caso de los cenobios. Entre el desaparecido convento de San Lorenzo y el Llano de San Sebastián, tendría lugar el desarrollo inicial de La Orotava, erigiéndose durante esas dos centurias las mansiones de las clases dominantes y los recintos de las comunidades religiosas, establecidas en la localidad bajo los auspicios de aquellas. Ya durante el siglo XVII quedarán fundados los conventos femeninos de claras y catalinas, hoy desaparecidos, y el masculino de Nuestra Señora de Gracia, un cenobio de agustinos erigido por la Hermandad de las
Doce Casas, como un símbolo de la consolidación del poder de la clase social dominante.
El núcleo poblacional de La Orotava fue creciendo hacia el sur, donde se encontraban los terrenos menos aptos para el cultivo, en torno al sector que en la actualidad se conoce como Villa de Arriba o barrio de El Farrobo. Allí se establecieron los estratos sociales menos favorecidos, compuestos por artesanos y campesinos, que desarrollaron tanto un urbanismo como una arquitectura contrapuesto al de la Villa de Abajo, a través de edificaciones modestas pero de similar valor patrimonial. Los hitos religiosos de la Villa Arriba serán la ermita de Santa Catalina, levantada a finales del siglo XVI, y la de Candelaria del Lomo, edificada en las postrimerías del XVII. Sin embargo, el núcleo religioso de la zona queda determinado por la conversión en parroquia de la primitiva ermita de San Juan Bautista en 1681, un hecho de vital importancia para la consolidación del asentamiento poblacional de las clases populares de la localidad.
Este crecimiento que experimentó La Orotava en su conjunto se debió en gran medida a la prosperidad generada por la exportación de vinos, lo que propició el progresivo enriquecimiento de la oligarquía local, que alcanzó un alto grado de influencia socioeconómica dentro del panorama insular. La principal consecuencia de ello fue la declaración de La Orotava como Villa exenta, tras las efectivas gestiones dirigidas por Juan Francisco de Franchi y Alfaro ante la Corte de Felipe IV.
Si el siglo XVII había supuesto el momento de mayor esplendor dentro de la joven historia orotavense, la siguiente centuria marcó el declive de ese auge económico y social, motivado especialmente por la crisis en el sector de los viñedos, principal fuente de riqueza para la comarca durante las décadas precedentes. Ello originó un profundo estancamiento en el desarrollo de la localidad no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista demográfico, mermándose el hasta entonces progresivo aumento de población, y la pérdida de la influencia que hasta entonces había representado La Orotava, como una de las ciudades más importantes a nivel insular. Sin embargo, desde un punto de vista arquitectónico, la Villa alcanzó un importante grado de desarrollo constructivo, siendo erigidas en esa centuria un importante porcentaje de las edificaciones de sesgo tradicional que hoy se conservan en el Conjunto Histórico de la localidad.
La situación anterior no variaría de un modo sustancial hasta el segundo tercio del siglo XIX cuando diferentes acontecimientos como la introducción del monocultivo de la cochinilla o la Desamortización eclesiástica, mejoraron de manera sensible el negativo panorama en el que se había visto inmersa la Villa durante el siglo XVIII. Por un lado, la explotación de la cochinilla – parásito de la tunera, utilizado para la obtención de colorantes - garantizó durante varias décadas la llegada de ingresos ocasionados por su exportación, hasta que, en torno a 1870, el triunfo de los tintes sintéticos en los mercados europeos sumieron de nuevo en una profunda crisis a los productores locales. Por otro lado, la definitiva exclaustración de los conventos en l836 ocasionó que las antiguas posesiones de las comunidades religiosas pasaran a ser propiedad del Estado y a ser administradas por los poderes locales. Desde entonces, las dependencias conventuales pasaron a cumplir diferentes funciones civiles ligadas a la consolidación de La Orotava como municipio, como la de cárcel, mercado, escuela, teatro, hospital e incluso cuartel, en una situación que se sucedió hasta bien entrado el siglo XX. Pero la adaptación de los recintos conventuales no sólo se limitó a una variación en sus usos, sino que también supuso el derribo de algunos de ellos para edificar sobre sus solares edificios de nueva planta, como sucedió con el convento femenino de San José, donde se construyó el Ayuntamiento durante los últimos años del siglo XIX, o con el convento también femenino de San Nicolás, donde a mediados del siglo XX se edificó la sede de Correos y la del Juzgado.
Ya durante el último tercio del siglo XIX, la crisis agraria motivada por el declive de la cochinilla originó la introducción de un nuevo cultivo de exportación como fue el del plátano, que desembocó en un nuevo período de auge económico para La Orotava durante las postrimerías del siglo XIX y las primeras décadas del XX. La boyante situación se vio rápidamente refrendada en la reforma urbana que experimentó el municipio durante aquellos años, donde la introducción del lenguaje ecléctico modificó ostensiblemente la imagen de una arquitectura hasta entonces dominada por el componente mudéjar. En este sentido, fueron muchos los edificios dieciochescos cuyas fachadas fueron enmascaradas por pantallas eclécticas, que variaron, casi por completo, la fisonomía de algunas vías representativas, como sucedió con la calle Carrera del Escultor Estévez.
Sin embargo la bonanza económica se vio interrumpida con la sucesión de conflictos bélicos que afectaron a Europa desde 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1936 con la Guerra Civil española y en 1939 con la Segunda Guerra Mundial. Todo ello generó un profundo estancamiento en el desarrollo económico y social de La Orotava del que tan sólo pudo sobreponerse a comienzos de la década de los años sesenta cuando la economía regional inició un despegue a raíz del desarrollo del turismo. Es a partir de este momento, y sobre todo en las décadas posteriores, cuando buena parte de la población activa se empleó en el sector servicios y de la construcción, vinculados a la industria turística emergente en el Puerto de la Cruz y en el Sur de la isla.
No obstante, el auge del turismo no representó la transformación de la tradicional imagen urbana de La Orotava, como sí sucedió en núcleos poblaciones cercanos. Este hecho ha ocasionado en gran medida, la pervivencia de un Conjunto Histórico único en el Archipiélago, conservado bajo un signo de unidad monumental, caracterizado por la variedad estilística de sus edificaciones, notablemente adaptadas a un medio físico hostil, que configuran la imagen de un lugar poseedor de un carácter propio donde la arquitectura se erige en el símbolo iconográfico más representativo de su pasado histórico, de la evolución de un pueblo y de sus gentes, y en la seña de identidad que representa de un modo fiel y significativo, la personalidad de un municipio marcado por la conservación del legado de las sucesivas generaciones que han protagonizado su historia.
ANUNCIO:BOC Nº 066. Viernes 24 de Mayo de 2002 – 641
El 28 de mayo de 2002 y mediante Decreto 63/02 del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Monumento, a favor de los inmuebles nº 52 y 54 de la calle Calvario, como ejemplos paradigmáticos de la arquitectura tradicional canaria.
El origen de estas dos espléndidas manifestaciones arquitectónicas de raigambre tradicional se sitúa hacia 1725 cuando fueron erigidas a instancias del presbítero Ignacio Hernández del Álamo, frente al antiguo Hospital de San Sebastián, con la intención de destinarlas a residencia conventual femenina y residencia hospitalaria, objetivos que finalmente no fructificaron.
A pesar de que la esencia constructiva de ambas edificaciones resulta similar en cuanto a esquemas compositivos existen una serie de diferencias que conducen ineludiblemente a la distinción siguiente:
Inmueble nº 52.
Estructurado en torno a un patio interior en forma de “U”, articulado por tres corredores – galerías, singularizados por antepechos de balaustres torneados y cuarterones lisos; esbeltos pies derechos y zapatas de sencillo trazado, el inmueble presenta tres crujías cubiertas todas ellas por armaduras a cuatro aguas revestidas por teja árabe en el exterior, que ocultan artesonados tradicionales de gran calidad.
La fachada principal manifiesta una composición homogénea gracias a la racionalidad de sus vanos. En el centro del frontis y como eje compositivo del mismo, se impone un balcón de diseño tradicional en el que destacan notables labores de carpintería.
Inmueble nº 54.
A pesar de que tanto el paso del tiempo como la adaptación de la edificación a los diversos usos que albergó durante el siglo XX, y que han perjudicado de manera ostensible su estructura, aún mantiene su interés como significativo ejemplo de la arquitectura doméstica insular. A diferencia del inmueble contiguo, su disposición sobre el plano resulta irregular, por lo que sus crujías y por ende sus cubiertas, varían de dos a cuatro aguas dependiendo del volumen de que se trate.
Su fachada conserva rasgos de su identidad original como son el las meritorias labores de carpinterías aplicados a las ventanas de la planta superior, singularizadas de nuevo por un balcón recientemente reconstruido siguiendo el modelo del original sustituido. Por lo tanto, su valor patrimonial se encuentra en la composición de la fachada, con especial mención a la presencia del balcón tradicional y a la conservación de las estructuras interiores articuladas en torno a un patio central municipio marcado por la conservación del legado de las sucesivas generaciones que han protagonizado su historia.
ANUNCIO: BOC Nº 054. Jueves 18 de Marzo de 2004 - 391
El 2 de marzo de 2004 y mediante Decreto 21/04 del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Monumento la Casa Ponte Fonte / Lercaro, notable manifestación arquitectónica de influjo mudéjar.
Conocida popularmente como Casa Lercaro, en realidad fue edificada a instancias de Jerónimo de Ponte Fonte y Pagés (1624-1699) durante su matrimonio con Catalina Grimaldi Rizzo de Lugo, quién en 1676, vinculó a su mayorazgo esta significativa mansión de La Orotava. Ya en el siglo XVIII la propiedad pasaría a ser ostentada por la familia Lercaro, a través del enlace matrimonial entre Antonia de Ponte y Benítez de Lugo y Diego Lercaro Justiniani.
El inmueble ocupa un gran solar poligonal, adaptando su planta en forma de "U" a un terreno en el que también tiene cabida un jardín interior en el que se encuentra otro elemento de sumo interés patrimonial: el último molino del conjunto de estas singulares estructuras hidráulicas características de la Villa.
La fachada principal sigue una composición simétricamente ordenada, fundamentada en un esquema de articulación de los vanos basado en una armoniosa combinación entre el eje vertical y el horizontal, generando una monumental volumetría en tres niveles.
El componente mudejarista subyace en el trazado de la edificación en su conjunto, destacando en este sentido en las sobresalientes labores de carpintería aplicadas a todos sus vanos, y en especial a los cuatro balcones que singularizan sus dos paños principales y que constituyen un magnífico muestrario de este tipo de elemento, al reproducirlos en diferentes variantes (cubiertos, descubiertos, rectangulares, cuadrangulares...).
La crujía principal está cubierta por un artesonado mudéjar de notable interés que exteriormente se traduce en un entramado lignario a cuatro aguas, revestido por tejas árabes. Como valor añadido destacan asimismo como rasgo mudejárico, los esgrafiados que representan que prevalecen en buena parte de la fachada reproduciendo formas vegetales, enmarcando los vanos y aportando una acentuada plasticidad a la composición del frontis.
Destaca del mismo modo su patio central en torno al cual se estructuran los tres volúmenes de la edificación y cuyas galerías cerradas por ventanas de guillotina quedan articuladas por nueve columnas – en realidad pies derechos -, ornamentados con capiteles corintios magníficamente tallados.
ANUNCIO: BOC Nº 133. Viernes 8 de Julio de 2005 - 1008
El 28 de junio de 2005 y mediante Decreto 163/05 del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Monumento, a favor del Cementerio de la Villa de La Orotava.
En 1823 y casi cuatro décadas después de la Real Orden de Carlos III mediante la cual se prohibían los enterramientos en los templos, por razones de salud pública, tuvo lugar la bendición del camposanto de la Villa de La Orotava por parte del entonces Vicario y Beneficiado de la Parroquia Ntra. Sra. de la Concepción, Domingo Currás Abreu. El espacio destinado a tal finalidad fue un terreno muy próximo al núcleo fundacional de la localidad, a espaldas del convento de San Lorenzo, siendo diseñado por el célebre y polifacético artista local Fernando Estévez.
La definición en planta del cementerio se caracteriza por la singularidad de su acceso, ya que a él se accede después de atravesar un largo y pendiente paseo que comienza en la calle de San Francisco. Se encuentra presidido por una capilla la que se anexó se la portada del desaparecido convento de las monjas clarisas de esta Villa. Los sectores de mayor antigüedad del camposanto se localizan frente a la mencionada capilla y en el extremo contrario, junto a los actuales límites perimetrales del complejo.
A nivel monumental, destaca el diseño de varios de los panteones emplazados en las dos referidas áreas iniciales del recinto, destacando por la monumentalidad y la volumetría escultórica de algunos de ellos. Se han realizado diversas reformas en la parte posterior para ampliar las instalaciones, preservando sin embargo el entorno original y respetando la importancia histórica del área inicial.
ANUNCIO: BOC Nº 135. Jueves 13 de Julio de 2006 - 996
El 4 de julio de 2006 y mediante Decreto 92/06 del Gobierno de Canarias se declara Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico, el Acueducto de los Molinos, integrando asimismo otras infraestructuras hidráulicas vinculadas como los Lavaderos de San Francisco, y otros elementos relacionados como el Camino de La Sierra.
La abundancia de agua tan característica de La Orotava, generó que desde épocas tempranas el preciado elemento fuera conducido desde los numerosos manantiales y nacientes situados en Aguamansa hasta los diversos asentamientos poblacionales de la localidad, destacando en este sentido el núcleo fundacional, donde sería aplicado a los más diversos usos, para los que se generaron diferentes infraestructuras hidráulicas de interés histórico y etnológico, incluidas en los islotes de protección que integran el Bien de Interés Cultural y que serán descritas a continuación:
Camino de La Sierra
Esta antigua vía de comunicación con las tierras altas del municipio, constituye un notable ejemplo de la ingeniería rural que aún se conserva en los espacios agrarios de la localidad. Se trata de un camino empedrado, configurado por la superposición de piedras labradas de diferentes tamaños, sobre una base de barro compacto. Las piedras se alinean unas tras otras mediante cintas maestras longitudinales, que se sitúan en el centro y en los laterales de la calzada, y que quedan conectadas por otras cintas o franjas de piedras secundarias, colocadas en sentido oblicuo, configurando lo que se conoce como la disposición en espina. Este original sistema puede apreciarse también en el camino de El Ciprés, la otra vía empedrada que se conserva en La Orotava, y que actuaba como vía de comunicación para el tránsito de mercancías con el Puerto de la Cruz.
El vínculo de esta ancestral vía con la denominada Ruta del Agua viene revelado por su propia de nominación, La Sierra, en recuerdo del primero de los molinos que funcionaban en La Orotava, por medio la fuerza motriz del agua. Este aserradero, ya desaparecido construido en la primera década del siglo XVI, movía una sierra para cortar la madera, que era transportada desde los montes de La Orotava, a través del camino empedrado de La Sierra.
Los Molinos
Los molinos constituyen una de las señas de identidad más representativas de La Orotava, como eje fundamental de un entramado hidráulico que se erigió desde épocas tempranas, en uno de los vectores del desarrollo urbanístico del núcleo poblacional. Desde el siglo XVI fueron establecidos por las grandes familias terratenientes, que también ostentaban el control del agua, que los cedían en arrendamiento a los molineros. Esta situación será una constante hasta la llegada del siglo XX, cuando la propiedad de los molinos pasará a manos de los trabajadores.
En este sentido, a lo largo de la primera mitad del siglo XX fueron varios los molinos adquiridos por los molineros que hasta ese momento habían sido sus arrendatarios. El acentuado desnivel del terreno favoreció que el caudal de agua generase, por medio de pequeños saltos, la energía necesaria para el funcionamiento de los molinos, a partir del movimiento de las ruedas motrices. La estructura de estos ingenios se compone generalmente de tres elementos: la arquería, el cubo y la casa del molino, en cuyo nivel inferior se sitúa el chaboco.
En primer lugar, la arquería que sustentaba la acequia o canal, formada por tres arcos de medio punto, ligeramente rebajados. Ese acueducto conducía el agua al segundo elemento, el cubo, un depósito acumulador del agua que adopta la forma de torre escalonada, generalmente sobre planta o base cuadrangular, a excepción del molino de las Cuatro Esquinas. Su estructura escalonada decreciente responde a principios físicos basados en la obtención de una mayor energía hidráulica, generada por la caída del agua desde la cota superior del depósito hasta la base del mismo, donde se encuentra el bocín, nexo entre el cubo y el chaboco. Allí, la fuerza motriz del agua hará mover los rodeznos, dos piezas circulares que a su vez moverán las piedras situadas a un nivel superior y que producirán la molienda del cereal. Exteriormente el cubo presenta uno o dos canales verticales adosados que reciben el nombre de rebosaderos o aliviaderos. Su función consiste en desalojar el agua sobrante del cubo y conducirla a la contraacequia, situada en el suelo en paralelo al canal principal para no interrumpir el curso del agua. El tercer elemento es la casa del molino, una edificación de estilo tradicional con muros de mampostería, vanos y techumbre de madera, con cubierta de teja árabe. El espacio se divide en dos alturas. En la inferior se encuentra el chaboco, que recibe el agua desde el cubo por medio del bocín, haciendo rodar los rodeznos que a su vez moverán las piedras, situadas en el nivel superior, donde se tritura el cereal y por tanto se produce el gofio.
Lavaderos de San Francisco
Los lavaderos de La Orotava, constituyen otro de los espacios relacionados con el abastecimiento del agua para su uso público en el núcleo poblacional. Su origen se remonta al siglo XVI cuando fueron creados a partir de la acequia que conducía al agua desde los manantiales de Aguamansa hasta el primitivo asentamiento de vecinos, y en estrecha vinculación con los molinos harineros. El acuerdo de cesión de las aguas del Heredamiento para el abasto de la población, establecido en los primeros tiempos del lugar de La Orotava, contemplaba la posibilidad de crear los lavaderos que el gobierno local estimase oportuno, bajo la condición de que el agua sobrante retornara a la acequia de la Dula. Sin embargo, fueron constantes los problemas que los lavaderos originaron para otras estructuras del abasto público como las fuentes y los abrevaderos, así como para los molinos.
Se tiene constancia de la existencia de hasta cinco lavaderos públicos como fueron los de Santa Catalina, los de la Cruz Verde, los de la calle del Castaño o de San Francisco, los cercanos a la ermita Franchi y los de la calle del Agua, hoy Tomás Zerolo.
Los lavaderos de la calle del Castaño o de San Francisco alcanzaron una relevancia superior a los anteriores, y a diferencia de aquellos, sí conservan su emplazamiento, donde pueden contemplarse dos estructuras bien diferentes, en relación a dos momentos históricos distintos. Por un lado, se encuentran los primitivos lavaderos constituidos en torno a la acequia, provista de losas de piedra para la tarea de lavar la ropa. Por otro lado, se pueden apreciar los lavaderos de cemento proyectados por Tomás Machado y Méndez Fernández de Lugo en 1945.
No obstante, la obra no fue concluida en su totalidad hasta 1948, tomando como eje un pilar continuo de cemento con doce depósitos individuales con surtidor propio, dispuestos a cada lado. Una vez entraron en funcionamiento los nuevos lavaderos, la antigua acequia fue sepultada bajo un metro y medio de tierra. Durante el siglo xix y sobre todo en el siglo xx, los lavaderos de La Orotava se constituyeron en un marco de sociabilidad de suma importancia para las clases menos favorecidas de la población orotavense. Durante el día, acudían las mujeres a lavar la ropa de sus propios hogares o la de los ajenos, a cambio de una retribución, bien en metálico o bien en especies, amenizando su labor con cantos, risas y "cuentos". Al atardecer, cuando las señoras abandonaban las acequias cargadas con la ropa lavada, eran los hombres los que se daban cita en lavaderos como los de San Francisco, para "armar tenderetes", con cánticos acompañados por timples y contras, o para jugar a las cartas, hecho que suscitó la tan manida denominación de casino de los pobres, para los lavaderos de la calle del Castaño. Todo ello incrementa de un modo fundamental, el gran valor antropológico de este espacio, como escenario de un quehacer esencial para el desarrollo de la vida cotidiana de varias generaciones de orotavenses. En la década de los años sesenta del siglo xx, el inicio de las obras de la red de abastecimiento domiciliario del agua corriente, originó que los distintos espacios utilizados como lavaderos públicos fueran abandonados cayeran en desuso.
ANUNCIO: BOC Nº 105. Viernes 25 de Mayo de 2007 - 833
El 15 de mayo de 2007 y mediante Decreto del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural, con categoría ámbito insular, las Alfombras del Corpus de La Orotava, sobresaliente muestra de arte efímero.
Esta notable y centenaria tradición artística de naturaleza efímera, consistente en cubrir con flores – las calles – y arena volcánica – la plaza - el trayecto procesional durante la celebración de la Octava del Corpus Christi en la Villa de La Orotava, constituye una de las principales señas de identidad de la localidad desde un punto de vista patrimonial.
Las genuinas alfombras de La Orotava son las confeccionadas con flores, que posteriormente serían complementadas con las de tierras de naturaleza volcánica que cada año se confeccionan en la Plaza del Ayuntamiento. El origen de las primeras se sitúa a mediados del siglo XIX, en relación directa con la primera alfombra floral con la que la familia Monteverde tributó al paso del Santísimo Sacramento a las puertas de su mansión.
Paulatinamente varias familias fueron sumándose a la iniciativa hasta configurar todo un itinerario integrado por cuatro calles (Colegio, Carrera del Escultor Estévez, Tomás Pérez e Inocencio García) y tres plazas (Casañas, Patricio García y Ayuntamiento) en las que se disponen más de una treintena muestras florales, alternando tapices y corridos.
El tapiz responde a una composición de carácter figurativa, que recurre a técnicas plásticas y pictóricos con objeto de transmitir un discurso religioso vinculado a la Eucarística. Por su parte, el corrido consiste en una alfombra de perfil meramente ornamental cuya ejecución se basa en la aplicación de un molde en el que se representan modelos vegetales o geométricos. Generalmente los corridos ocupan los espacios situados entre dos tapices, actuando como nexo.
A diferencia de otras poblaciones tanto nacionales como internacionales donde se confeccionan alfombras incorporando otros materiales, en la Villa de La Orotava sólo se utilizan las flores y otros elementos vegetales como el brezo tostado en diferentes tonalidades.
Desde el año 1919 se confecciona en la plaza del Ayuntamiento, una alfombra para cuya ejecución se emplean arenas volcánicas procedentes del Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Sin embargo, el vínculo entre este espacio público y la festividad del Corpus Christi surgió el 29 de mayo de 1913, cuando a iniciativa del publicista y musicólogo Francisco Miranda el cortejo procesional entró por vez primera en la plaza del Ayuntamiento.
Sin embargo, cabe señalar que el origen indirecto de este acontecimiento se sitúa sin embargo un año antes de que se produjera. Concretamente fue en el año 1912, cuando concluyeron las obras de urbanización de la por entonces denominada Plaza de Alfonso XIII, ejecutadas según el proyecto del arquitecto vallisoletano radicado en Tenerife, Mariano Estanga.
Señalar del mismo modo que el recinto, incluso con anterioridad a 1919, fecha de la primera alfombra en honor al Santísimo Sacramento, ya había sido testigo de la confección de alfombras (1905 para honrar la visita de la Marina Española y 1906 para dar la bienvenida al Rey Alfonso XIII), por lo que era cuestión de tiempo que tal manifestación se incorporase a la festividad del Corpus Christi.
La tradición fue iniciada por el alfombrista más prestigioso del momento, Felipe Machado veterano artista con amplia trayectoria que comenzó confeccionando la alfombra con flores y semillas entre otros materiales naturales.
Sería su nieto el arquitecto Tomás Machado Méndez, quien modificó un estilo de hacer alfombras ya que, además de que ocupó toda la plaza, introdujo las múltiples posibilidades de la perspectiva y aplicación de la corrección óptica. La riqueza cromática, en cambio, llegó de la mano de Pedro Hernández Méndez que incorporó las transparencias, los sfumatos, la mezcla óptica y el trompe-l´oeil. Ambos maestros fueron sabiamente asistidos por otro magnífico alfombrista, José González Alonso, continuador de este arte una vez fallecido el anterior. A este le sucedería el célebre imaginero orotavense Ezequiel de León, de quién tomaría el testigo el actual Director del Tapiz, Domingo González Expósito, quien cada año aporta de manera magistral, conceptualismos contemporáneos a un proceso artístico centenario.
Por lo tanto, la trascendental evolución que significó para el alfombrismo orotavense el acontecimiento de confeccionar una alfombra sobre el lienzo ajedrezado de la plaza del Ayuntamiento, no sólo afectó a la materia prima por excelencia hasta entonces: las flores, que fueron desapareciendo en favor de las arenas volcánicas, sino que también generó un progreso en la aplicación de procedimientos técnicos y la variación en los tiempos de ejecución del magno tapiz, pasando de un día cuando se empleaban flores a los casi dos meses que se emplean en la actualidad.
ANUNCIOS: BOC Nº 138. Miércoles 11 de Julio de 2007 – 2751
BOC Nº 189. Jueves 20 de Septiembre de 2007 – 3690 (Corrección de errores)
El 21 de junio de 2007 y mediante Decreto del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Jardín Histórico, la Hijuela del Jardín Botánico de Aclimatación de La Orotava.
Tras la aplicación de la Desamortización de las propiedades pertenecientes a las órdenes religiosas durante el segundo cuarto del siglo XIX, el antiguo huerto del convento clariso de San José, posteriormente derribado para erigir sobre su solar el edificio del Ayuntamiento de la Villa de La Orotava, fue reconvertido en un jardín - vivero de especies vegetales al servicio del Jardín Botánico de La Orotava, situado en las afueras del término municipal del Puerto de la Cruz, en torno a los Llanos de La Paz.
Sin embargo y aunque ya en 1873 desempeñaba tales funciones, no sería hasta 1910 cuando, con motivo de la visita a la Villa de la Infanta Isabel de Borbón, el recinto fue inaugurado. Años antes, en 1888, cuando las obras de edificación del Consistorio se encontraban aún en pleno desarrollo, se decidió delimitar el espacio mediante un muro perimetral que posteriormente sería complementado con una verja de diseño ecléctico ejecutada en hierro fundido, singularizada sin lugar a dudas por su portada cuyo diseño ornamental de caprichosos rasgos vegetales guarda correspondencia con el espacio público al que da acceso.
ANUNCIOS: BOC Nº 193. Jueves 25 de Septiembre de 2008 - 1448
BOC Nº 18. Lunes 28 de Enero de 2013 – 327 (Incoación del expediente de modificación)
El 16 de septiembre de 2008 y mediante Decreto el Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico, el Camino del Ciprés, uno de los pocos ejemplos de camino empedrado tradicional que subsisten en la localidad. Detectado un error en la delimitación del entorno de protección del camino, el 18 de diciembre de 2012 se hace pública la Resolución mediante la cual se incoa el expediente de modificación de la delimitación del BIC.
Los caminos tradicionales situados en los antiguos contextos agrícolas de La Orotava constituyen un testimonio histórico de suma trascendencia a la hora de conocer el pasado agrario de la localidad, y también a la hora de interpretar y comprender las estrategias de organización y explotación de ese territorio de signo rural. Tradicionalmente los caminos resultaron vitales como arterias de transmisión básicas para el transporte y comercialización de la producción agraria. Del mismo modo, este tipo de vías resultaron fundamentales para la ganadería, al constituir sendas y cañadas idóneos para la trashumancia del ganado.
A pesar de las modificaciones experimentadas en buena parte de estos caminos, fundamentalmente como consecuencia de su adaptación a las características del tráfico actual, aún perviven ejemplos de singular importancia por conservar gran parte de su fisonomía original. Destaca en tal sentido el camino de El Ciprés, una importante vía de comunicación con el vecino municipio del Puerto de la Cruz, que se erige, junto al camino de La Sierra, en un elemento de interés patrimonial de primer orden tanto desde una perspectiva histórica como etnográfica, al manifestar su pavimento empedrado y los muros de piedra que los flanquean.
El empedrado del camino de El Ciprés evidencia una mayor complejidad que el de La Sierra, dado que está configurado por pequeñas hiladas de piedra dispuestas diagonalmente en torno a un eje central constituido por piedras de mayores dimensiones, configurando la apariencia de una espina de pescado.
Pero no sólo destaca la importancia patrimonial de este camino por su funcionalidad histórica o por sus características físicas, sino también porque a su vera se localiza la Finca El Ciprés, donde el célebre científico Wolfgang Köhler instaló en 1918 su centro de experimentación de primates que hasta entonces había tenido su sede en la conocida como Casa Amarilla, situada en la Costa, cerca de los Llanos de La Paz.
ANUNCIO: BOC Nº 47. Martes 10 de Marzo de 2009 - 331
El 3 de marzo de 2009 y mediante Decreto del Gobierno de Canarias se declaró Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Sitio Etnológico, a favor de los Pozos de Nieve de Izaña, también conocidos como los Neveros de Izaña.
Hasta la generalización de la producción industrial del hielo en las décadas iniciales del siglo XX, la captación de este recurso tan apreciado para la conservación de alimentos, la posterior elaboración de sorbetes o elementales finalidades terapéuticas, solo era posible en zonas de cumbre, bien a través de su recogida en depósitos naturales como es el caso de la Cueva del Hielo, o bien por medio de la creación de pozos artificiales también conocidos como “neveros”, revestidos por prismas basálticos sin labrar a modo de bloques. Durante el deshielo, la nieve acumulada en estos recipientes excavados en el terreno, era cubierta con ramas de retama y pinocha, maderas y material piroclástico, para posteriormente ser recolectado y transportado por arrieros a lomo de bestias hasta los núcleos de población.
Como dato histórico de interés, señalar que durante la década de 1850 se concedió autorización para construir ocho de estos pozos en las cumbres de La Orotava. Como contraprestación, los explotadores de tales neveros debían pagar el correspondiente tributo industrial por ejercer su actividad. Ello da muestra de la importancia que alcanzó la misma durante el siglo XIX.
Con respecto a sus características físicas cabe señalar que, en atención a los cuatro ejemplares conservados e integrados en la declaración de Bien de Interés Cultural, generalmente los pozos de nieve tenían forma circular con un diámetro que oscilaba entre los cuatro y los ocho metros y una profundidad variable entre los cinco y los ocho metros.
INTRODUCCIÓN
Declarado Patrimonio de la Humanidad el 28 de junio de 2007 por la UNESCO en reconocimiento internacional a sus valores naturales, el Parque Nacional de las Cañadas del Teide representa uno de los símbolos más emblemáticos del Archipiélago Canario, singularizado por las excelencias de un paisaje natural cuyo interés reside en el amplio muestrario del ecosistema que alberga en sus 3.606,7 hectáreas de extensión, ubicadas en su mayor parte en el municipio de La Orotava. En tal sentido, cada año recibe la visita de más de 3.000.000 de personas que lo erigen uno de los principales reclamos turísticos de las islas. No en vano, se trata del Parque Nacional más visitado de España y el segundo de Europa.
Su icono identificativo es el Teide, un estratovolcán declarado Monumento Natural cuya altitud sobre el nivel de mar, 3.718 metros, lo convierte en el Pico más alto de España y su altura sobre el lecho oceánico, 7.500 metros, en el tercer volcán más alto del mundo.
Su origen geológico, según los estudios científicos, se sitúa en torno a 150.000 años atrás, cuando tuvieron lugar las primeras erupciones submarinas que configuraron el relieve actual de la isla de Tenerife. Sobre la formación de Las Cañadas se han formulado dos hipótesis. La primera de ellas alude al deslizamiento hacia la vertiente norte de la isla de un edificio volcánico anterior, mientras que la segunda teoría versa sobre el hundimiento del citado volcán precedente originado por un colapso gravitatorio.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS CAÑADAS DEL TEIDE
Para los antiguos aborígenes de la isla, los guanches, el Teide al que denominaba Echeide o Echeyde, representaba el lugar donde habitaban las fuerzas del mal, representadas por un demonio conocido como Guayota. Esta teoría queda fundamentada por la sucesión de erupciones volcánicas acaecidas con anterioridad a la conquista de la isla, que generaron continuos temores entre sus habitantes.
Con respecto a la atracción que El Teide ha generado en el exterior, según el célebre ilustrado canario, José de Viera y Clavijo, la existencia de las Islas Canarias era conocida desde la antigüedad, reconociendo ciertas descripciones e incluso alusiones Teide en los textos clásicos de autores como Herodoto.
Cabe señalar asimismo que ya desde el siglo XV, los viajeros que navegaron por las proximidades del archipiélago, divisando el pico desde 40 leguas, barajaron la posibilidad de que se tratara del volcán más alto del mundo conocido, despertando el interés por determinar su altitud. No obstante, no sería hasta el siglo XVIII cuando se organizaron las primeras expediciones científicas bajo tal finalidad, todas ellas con el patrocinio del gobierno francés. En tal sentido, cabe destacar la primera expedición capitaneada por el sacerdote y cartógrafo Louis Feuillée, quien midió la altura del Teide desde la costa del entonces Puerto de La Orotava empleando tan sólo un triángulo. El resultado fue erróneo pues determinó una altura de 4.313 metros, siendo tanto su método de medición como sus conclusiones muy contestados por la comunidad científica de la época.
Sin embargo, no sería hasta el último tercio de la misma centuria cuando se obtendrían los resultados más aproximados a la altitud real del volcán. Su artífice fue otro científico francés, Jean Charles da Borda, quien en 1776 efectuó la primer triangulación fiable obteniendo un resultado de 3.713 metros, empleando tanto un instrumental y un sistema efectivo en la medición.
No obstante, reseñar que el atractivo científico que representaba el Teide y su entorno no sólo se vio limitado a factores físicos sino también químicos biológicos y sanitarios. No en vano, desde el citado siglo XVIII fueron innumerables las visitas que el volcán ha recibido por parte de naturalistas, botánicos, astrónomos, médicos o viajeros, que han dejado plasmadas sus impresiones acerca de sus ascensiones al pico en multitud de libros de relatos de viajes, y que han incrementado la fama del ecosistema de Las Cañadas.
CARACTERÍSTICAS GEOMORFOLÓGICAS
Prácticamente casi la totalidad de la superficie del Parque Nacional está constituida por materiales de tipo basáltico, tales como traquitas, fonolitas y fundamentalmente piroclastos que popularmente reciben el nombre de piedra pómez o zahorra.
Esta riqueza mineral, plasmada asimismo en otros materiales como azufre, o el hielo, han generado que Las Cañadas se erija en fuente de recursos naturales, que trasciende a actividades tradicionales como las afamadas alfombras de arenas volcánicas durante la celebración de la Infraoctava del Corpus Christi en la Villa de La Orotava.
CARACTERÍSTICAS DE SU ECOSISTEMA
Otra de las singularidades del Parque Nacional en sin duda su ecosistema, marcado sin lugar a dudas por las especiales condiciones geológicas, físicas y climáticas de este paraje natural, en el que se dan cita una importante variedad de especies endémicas de indudable interés científico. Destacar, desde el punto de vista de la flora, populares manifestaciones como la Violeta del Teide, la Retama o el Cardo de Plata. Por su parte, los especímenes faunísticos más característicos de Las Cañadas los representan el Lagarto Tizón y el Murciélago Orejudo, mientras que por parte de las especies introducidas destacan el Conejo, el Erizo Moruno y, en menor medida, el Muflón.
Todas estas particularidades, a las que hay que añadir otras como las demostradas similitudes advertidas entre las condiciones ambientales y geológicas del Parque y del planeta Marte, que han generado la proliferación de estudios y experimentos relacionados con el convencionalmente denominado Planeta Rojo, convierten a Las Cañadas del teide en un referente mundial desde una perspectiva científico técnica.
Por último, tan sólo citar que la indudable belleza estética que caracteriza al paisaje del Parque Nacional ha generado la situación que desde la década de 1960, su territorio haya sido empleado como escenario de innumerables anuncios, reportajes e incluso películas entre las que destacan títulos como “Hace un Millón de Años” o, la más reciente “Furia de Titanes”.