Un año más, el Seminario Orotava de Historia de la Ciencia vuelve a hacer acto de presencia en el municipio norteño, esta vez basado en el siglo XIX. Las jornadas, que fueron presentadas ayer 13 de enero de 2010, por los responsables de la fundación Fundoro y el concejal de Cultura Francisco Linares, comenzarán el próximo día 18, con "la expedición de Mascart y el devenir de la Astronomía en Canarias", charla que será impartida por Ramón Jesús García López, ULL.
En su año XIX el Seminario Orotava de Historia de la Ciencia revisa desde el último tercio del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial. En 1869 publicaba el investigador ruso Dimitri Mendeleiev sus Elementos de Química, que contiene la formulación de la tabla periódica de los elementos, que tan destacado papel jugaría en el porvenir de esa ciencia. Por esos años inicia su carrera el físico austriaco Ludwig Boltzmann, cuyos trabajos sobre Mecánica Estadística le permitirán formular la teoría cinética de los gases. En esa misma época, el polémico triunfo de las ideas de Darwin y la repercusión tardía que alcanzarán los trabajos de Gregor Mendel, anuncian la creciente importancia de las ciencias biológicas, que se concretará en el cambio de siglo en el desarrollo de la teoría sintética de la evolución y de la teoría cromosómica. En 1910, integrado en una expedición alemana, llega a Tenerife el astrónomo francés Jean Mascart para observar el paso del cometa Halley, que recomendará la creación de un observatorio astronómico internacional en Las Cañadas del Teide.
El éxito del programa de matematización de las ciencias naturales sustentará, desde finales del XIX, la pretensión de exportar el método cuantificador y deductivo a ciertas disciplinas que buscaban el marchamo de cientificidad, como la Psicología y la Sociología, etiquetadas finalmente como ciencias sociales. Algunas de ellas, como la Lingüística, buscarán sus fundamentos en otros métodos, como es el caso paradigmático del estructuralismo del suizo Ferdinand de Saussure. Tampoco las ciencias formales escaparán a crisis e innovaciones; en 1930, la publicación del teorema de Gödel arruinaba el programa formalista de Hilbert para las Matemáticas, planteando nuevos desafíos a la lógica formal.
Edmund Husserl y John Dewey, nacidos en 1859 y cuya extensa obra marcará la primera mitad del siglo XX, seguirán trayectorias opuestas. El filósofo alemán avanzará desde un psicologismo inicial aplicado a las matemáticas hasta un idealismo fenomenológico centrado en las formas puras de la conciencia. Por el contrario, el pedagogo estadounidense partirá de un idealismo de raíz kantianohegeliana para desarrollar, gracias a su trabajo en pro de unapedagogía democrática y progresista, un pragmatismo fundado en la experiencia.