Érase una vez el Rock es un proyecto cultural y musical que pretende rememorar, recrear e ilustrar algunos de los momentos y episodios más significativos y determinantes de la historia de la música rock. En este caso, concretamente, el periodo comprendido entre las décadas de 1970 y 1990. Con esta finalidad se propone un ameno y dinámico espectáculo, apto para todos los públicos, que descansa sobre dos ejes principales: por una parte, una narrativa coherente, accesible y pedagógica cuyo objetivo es establecer un hilo conductor que permita a los espectadores, sobre todo a los más jóvenes, contextualizar y comprender la importancia y trascendencia musical y cultural de lo que van a ver y oír. Por otra, un potente y vistoso directo en el que sonarán canciones célebres de dos bandas icónicas, Queen y AC/DC, que constituyen, como es de sobra sabido y reconocido, dos de las formaciones más decisivas e influyentes de la historia del rock.
Este proyecto no pretende simplemente revisitar y poner en valor uno de los episodios más importantes de la música contemporánea, sino, sobre todo, configurar un espacio de comunicación e interacción social, cultural y musical apto para toda la familia. Como se explicará más adelante, Érase una vez el Rock aspira a convertirse en una alternativa de ocio plenamente familiar; a este respecto, no sólo reconecta a los más mayores, madres y padres, con su pasado -despertando, de este modo, sus vivencias, recuerdos, emociones…, sino que también trata de acercar a los más jóvenes -a través del juego, el baile y el aprendizaje- al horizonte cultural y musical en el que se desenvolvió la juventud y primera madurez de los primeros. Este acercamiento enriquece, sin lugar a duda, la cultura e inteligencia musical de los segundos y, de manera más general, su interés y curiosidad por otros estilos musicales; algo que se antoja importante en una época como la presente, en la que la producción y comunicación cultural y artística ha quedado, en muchos casos, completamente subordinada a la moda y la vanguardia. Asimismo, contribuye a que estos últimos entiendan la música como un producto social y cultural vivo, en constante transformación, que permite captar la esencia y características básicas de los diferentes contextos y épocas en las que se desarrolla; contribuyendo, de esta manera, a favorecer actitudes más tolerantes, respetuosas y libres de prejuicios hacia la diversidad de estilos e identidades.