Fernando Estévez nació La Orotava, donde su padre contaba con un taller de platería en su domicilio particular, situado en la vía principal de la localidad, la Calle de la Carrera, hoy dedicada a Fernando Estévez, considerado Hijo Ilustre. Desde sus primeros años, Fernando demostró dotes innatas para la plástica artística, empleándose en el conocimiento de la platería.
Aparte del ambiente artístico del hogar, Fernando contó con un escenario urbano ideal para suscitar en él la vocación de artista. La Orotava era una especie de museo en el que podía descubrir el arte, conocerlo y estudiarlo. Desde el siglo XVI y XVII, La Orotava acaparó buena parte de la clientela, llegando a convertirse en centro imaginero.
Estévez desarrolla su formación artística en Las Palmas bajo la tutela de Luján Pérez. Asistió también a las clases que se impartían en la Academia de Arquitectura, donde se adiestró en dibujo figurativo. Se cree que Luján, como buen maestro y tutor, tuvo que haberlo introducido en los círculos intelectuales de Vegueta.
Nadie como él sedujo a su maestro Luján en el manejo de las gubias, en el conocimiento de materiales y, sobre todo, en su aplicación al estudio del arte. En este aspecto se puede afirmar que Estévez es deudor de su maestro, pero también supo alejarse de Luján, creando su propio estilo.
Estévez regresa a la Villa en 1806, cuando contaba con 18 años de edad, y donde abrirá su taller en el domicilio familiar. En La Orotava transcurrieron los mejores años de su vida artística. En esta etapa, Estévez desplegó una labor bastante notoria, convirtiéndose en el escultor más importante y de mayor fama del archipiélago. Sus representaciones muestran un marcado clasicismo, inspiradas en los modelos greco-latinos.
Ilustración de Víctor Jaubert