Alonso Ascanio promovió en torno a 1925 la reforma de una casona dieciochesca que consistió en la ampliación de la primitiva fábrica, así como dotar de un nuevo lenguaje tanto el exterior como el interior del edificio. El arquitecto encargado de la nueva traza fue Mariano Estanga, quien por estas fechas se encontraba en activo en la Villa de La Orotava saciando la demanda de numerosos comitentes. La reforma exterior remite a modelos de arquitectura francesa, sobre todo en el uso de la mansarda. Sin embargo, el interior responde a un complejo programa historicista mediante una reproducción de un patio nazarí en yesería de estuco. Aunque se trata de una pieza casi sin precedentes en el Valle de La Orotava, fue una solución muy demandada en la época al propio Estanga, que proyectó soluciones análogas en otros municipios de la isla.