Esta ermita construida en la Villa Arriba de La Orotava comenzó su fábrica a mediados del siglo XVI, siendo uno de los edificios religiosos más antiguos de cuantos se conservan. En su erección participaron Antonio de Franchy Lutzardo y su esposa Inés López Doya y la pusieron bajo la advocación de Santa Catalina Mártir de Alejandría, titularidad que aún mantiene. Su localización en este lugar se debe a que se le tenía como patrona de los cultivos del azúcar, ingenios que ocuparon en Canarias las explotaciones agrícolas desde el siglo XV. Se trata de una ermita de una sola nave con capilla mayor diferenciada por un arco toral. Aunque la fachada ha sufrido una reforma que niega las características arquitectónicas de este añejo edificio, su arcada pétrea evidencia la antigüedad del mismo. Se trata de un arco de medio punto de cantería con capitel de soluciones vinculadas al gótico.