El Colegio de la Milagrosa es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura escolar desarrollada en Canarias en el primer tercio del siglo XX próxima a postulados monumentalistas. La fábrica nace por las necesidades que motivó la carencia espacial de los locales donde se había asentado el primer colegio, una iniciativa debida a la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Este hecho hizo que su superiora, Sor María de la Soledad Cobián, iniciara las gestiones para edificar un inmueble de grandes proporciones en unos terrenos desprovistos de arquitectura circundante. La fábrica resultante se articula por medio de un gran bloque de planta cuadrangular en donde destaca la utilización del hormigón armado para simular la cantería de cornisas, molduras y demás elementos constructivos. El volumen acoge en sus diferentes alturas la zona reservada a la comunidad, la capilla y las aulas destinadas a la docencia. Destaca su fachada principal, con una elegante escalera de doble tramo que salva el desnivel que producen sus distintas alturas.