Surgió oficialmente en 1964 aunque varios años antes un grupo de amigos ya se reunía todas las semanas para “echarse unas perras de vino”. Era precisamente en esos encuentros cuando salían a relucir los cantos hasta que un día decidieron crear una murga carnavalera en el Norte que con el tiempo se convirtió en la segunda más antigua de Tenerife, después de la famosa NiFú NiFá de las carnestolendas chicharreras. Su primer disfraz de cosaco les costó 40 pesetas a cada uno. Además de la caja, platillos, y bombo reglamentario, los instrumentos fueron hechos de escobas de caña. Con el nerviosismo que les caracterizaba entonces, salieron a la calle muy garbosos.
Así empezaron Agustín Machado; Antonio Méndez; Antonio Rodríguez; Leonardo Ruiz; Julián Escobar; Antonio Trujillo; Manuel Estrada; Santiago Toste; Felipe Hernández; Manuel Hernández; Luis Escobar; Pedro Abelardo Padrón; José María Rodríguez; Francisco Quintero; Santiago García; Víctor García; Melchor Luis; Gregorio Oliva; Jesús Martín; Raimundo Rodríguez y Manuel Martín. Un grupo que con el tiempo se amplió, registró bajas, nuevos componentes, y algunas variaciones importantes, como pasar de murga a fanfarria.
TRANSICIÓN
Fue a finales del carnaval de 1980 cuando empezó a madurar la idea en la Peña de realizar un cambio, porque en los últimos años sus integrantes palpaban “cierta monotonía” en lo que hacían. La decisión, aprobada en una Junta General, fue adoptada tras la visita que le realizó la fanfarria Los Politos de San Sebastián, que amenizaba el carnaval de Puerto de la Cruz, cuando esta ciudad gozaba de un gran boom turístico.
Convertirse en fanfarria supuso dar un giro total en lo que venían haciendo hasta el momento, porque llevaba aparejado hacer música y eso suponía una cierta dificultad. Afortunadamente, contaron de inmediato con la colaboración de José Mesa Cabrera, músico crusantero que había pertenecido a las bandas de músicas de La Cruz Santa y la municipal de La Orotava.
Antes de su debut oficial como fanfarria, el 23 de febrero de 1981, se produjo el recordado golpe de estado del general Antonio Tejero en Madrid. Ese mismo día tenían previsto un ensayo en la sociedad Liceo de Taoro que finalmente realizaron ante el asombro de su junta directiva.
A partir de entonces su actividad se transformó, porque ensayaban dos veces por semana y sus actuaciones no se limitaban a los Carnavales, sino que también intervenían en festivales y en la Cabalgata de Reyes.
La Peña El Casco tiene en su recuerdo sus maravillosas canciones, recordando en especial las denominadas “hojas volantes”, en la que se nombraba la mayoría de las deficiencias que tenía el pueblo orotavense.
Pero por sobre todas las cosas, la entidad ha realizado durante estas cinco décadas un importante trabajo social. Desde 1973 organiza el Homenaje a la Vejez, llevando de excursión a los ancianos del Hospital de la Santísima Trinidad y el Hogar Santa Rita. Para poder sufragar este tipo de actividades, organiza un ventorrillo en los festejos de la exposición de ganado de las fiestas patronales. Su reconocimiento por parte de los villeros es tal que en la Subida al Santo y en la Romería acompañan a los Santos Patrones, San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza. Ayer, la Peña recibió uno más y merecido, la Medalla de Plata del Ayuntamiento por su labor durante estos 50 años.
Socio y miembro
El alcalde de La Orotava, Isaac Valencia, integró durante dos años la Peña El Casco, “pero cantaba en el coro porque nunca se le dio bien tocar un instrumento, confiesa. Actualmente, sigue siendo socio de este colectivo, que no solo cuenta con el apoyo del Ayuntamiento sino de la mayor parte de la ciudadanía. El mandatario local destaca la labor festiva “de calidad” que siempre realizó la Peña y que la ha llevado a mantenerse durante estos 50 años como un referente en el municipio, que alegra los corazones de todos los villeros.
Fuente: Diario Avisos (GABRIELA GULESSERIAN)