SE TRATA DE UNO DE LOS HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS MÁS IMPORTANTES REALIZADOS EN TENERIFE
La Cueva de Bencomo, ese tesoro arqueológico situado en la ladera de Tamaide, entre los municipios de La Orotava y Santa Úrsula, no deja de sorprender a los arqueólogos e historiadores. La limpieza del lugar primero y la excavación arqueológica realizada después, han sacado a la luz las reliquias que escondía pese a que eran muchos los que negaban que dentro de la misma se preservara algo de valor puesto que apenas había sedimentación. Entre ellos, Luis Diego Cuscoy, padre de la arqueología tinerfeña, quien dejó registrado en una roca su paso por el lugar en el año 1837.
El empeño del director de Patrimonio del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo y de su homóloga en el Cabildo de Tenerife, Josefa Mesa, por rescatar del olvido y el abandono institucional este Bien de Interés Cultural (BIC), llevó a que acometiera por parte de la empresa Prored la primera excavación arqueológica, que finalizará la próxima semana después de un intenso trabajo y con un descubrimiento sorprendente: restos arqueológicos anteriores al siglo XV aunque todavía no se puede precisar de qué época exacta.
Sin duda, se trata de uno de los hallazgos más importantes realizados en Tenerife, a la espera de los resultados que proporcionará el análisis de piezas de incalculable valor para los investigadores. Entre ellas, dos punzones, uno de ellos de hueso, probablemente de cabra, que se encuentra en un estado muy frágil y agrietado porque los compuestos químicos que genera el depósito de estiércol, que en este caso, se acumuló durante siglos, se ha filtrado a los materiales. El lugar sirvió durante años de aprisco para el ganado y por eso los excrementos de las cabras, formaron una especie de alfombra que fue necesario extraer con líquidos especiales.
También se rescataron varios dientes de cochino, un elemento valioso de la ganadería guanche porque su piel era buena y gruesa para elaborar tejidos. “Hay que estudiar si una de las cuevas podría haber sido utilizada como depósito, ya que los fragmentos de cerámica que han aparecido corresponden a cacharros y vasijas grandes, clasificados como anforoides, que se utilizaban para almacenaje de alimentos. Además, hay un asa en forma de lengüeta y varias verticales”, indica Marrero. A ello se le suman algunas piezas con decoración en las paredes, cuentas de arcilla, algunas de un tamaño mayor y decoradas en el centro con una pequeña incisión. En la primera exploración arqueológica que se realizó en la morada del mencey se encontraron varias de menor tamaño y sin decorar. “Siempre se han asociado a ritos funerarios pero en excavaciones recientes se ha demostrado su uso doméstico y de habitación como un elemento cotidiano para decoración”, explica el joven arqueólogo.
Su equipo también halló herramientas de piedras, sobre todo obsidiana, que es de muy buena calidad, por lo que se deduce que fue trasladada por los guanches desde Las Cañadas, dado que allí están las mejores canteras de esta roca volcánica. Aunque hay alguna colada que llega a la costa, como en La Guancha, pero es de peor calidad, y en este caso es muy buena y sus filos están retocados. Otra de las joyas fue un hachón de madera. No se ha podido determinar si se trata de un elemento que servía para alumbrarse, porque está carbonizado, o para el cierre de la cueva que, según la tradición, fue residencia ajo que culminarán
Fuentes. DA. G. Gulesserian Fotografías: Fran Pallero