El complejo claustral y la iglesia anexa fueron reconstruidos sobre los restos del convento de San Lorenzo, incendiado en 1801 y regido por una comunidad numerosa de frailes franciscanos. La fábrica actual testimonia el esplendor que tuvo el llamado entonces Escorial de Canarias, cuya fundación patrocinó la familia Benítez de Lugo en 1519 sobre una ermita erigida a dicho santo años antes. Su ejemplo fue seguido luego por familias de signo aristocrático, convirtiendo al recinto en casa o sede capitular.
Al situarse entre las dos parroquias de la Villa, el convento fue un centro de referencia para la educación, el desarrollo económico y la religiosidad local. De ese pasado piadoso perviven algunas esculturas y pinturas en la pequeña iglesia que fue habilitada por el vecindario durante el siglo XIX, cuando el edificio claustral que los frailes habitaron hasta la supresión definitiva de 1835 sirvió de sede al también antiguo Hospital de la Santísima Trinidad. Actualmente no tiene uso sanitario.