Los franciscanos de La Orotava tuvieron como principal imagen la de Nuestra Señora de la Caridad, cuya escultura llegó desde Sevilla al antiguo convento durante el primer tercio del siglo XVII y sobrevivió al gran incendio que acabó con el Convento de San Lorenzo. La gran devoción hacia esta imagen proviene de un milagro ocurrido aquí, que la Iglesia Católica certificó en 1632.
Según el relato del padre rector de la orden, Juan Mireles, se apagó de pronto la luz de la lámpara de aceite que alumbraba a la imagen. De repente, y antes de que los frailes procedieran a reponer el aceite para prender de nuevo la lámpara, ésta se encendió por sí misma con una enorme llamarada y a la vez comenzó a brotar aceite del recipiente. Ante tal suceso y tras el repique de campanas de rigor que anunciaba el prodigio, se congregaron en el templo medio millar de personas entre las que se repartió el aceite milagroso. Desde entonces, al aceite de la lámpara de la Virgen de la Caridad se le atribuyen propiedades curativas, y se reparte cada año durante la festividad de la Virgen el 5 de agosto.
Que un convento contase con un milagro certificado por la Iglesia suponía una ventaja frente a otros conventos, más financiación y más fieles.
Tanto la lámpara como la talla de la Virgen siguen dentro de la iglesia. Si te acercas, observarás que es una imagen de la Escuela Andaluza de madera policromada, con un sutil gesto melancólico. Sus manos presentan la característica rigidez de las imágenes realizadas a comienzos del siglo XVII. En la mano izquierda sujeta al niño Jesús, de factura menos delicada que la de la Virgen, lo que ha generado la hipótesis de que fuera tallado por un autor diferente.
Nos queda solo un poco más por subir en esta ruta. Sigamos calle arriba siguiendo el recorrido de la calle adoquinada hasta la esquina de Doctor Domingo González García con la calle Salazar. Nos adentraremos en la historia del aprovechamiento del agua en La Orotava.