Estos jardines formaban parte, hasta comienzos del siglo XX, de las propiedades de los marqueses de la Quinta Roja y constituían un anexo a la vivienda familiar.
Este es un espacio de simbolismo masónico único en las islas. Está formado por terrazas escalonadas unidas por paseos serpenteantes. En lo más alto encontramos un mausoleo que fue diseñado originalmente como panteón familiar, pero nunca llegó a usarse como tal.
El jardín fue ideado a finales del siglo XIX por Doña Sebastiana del Castillo y Manrique de Lara en previsión de que su hijo, el marqués Diego Ponte del Castillo no pudiese ser enterrado en el cementerio local, ya que las autoridades eclesiásticas le habían negado sepultura por su condición de masón. Tras años de pleitos con la iglesia, los restos de su hijo fueron finalmente inhumados en el panteón familiar del cementerio, dejando este mausoleo vacío hasta nuestros días.
Algunos autores consideran que los jardines fueron proyectados como una metáfora de la realización cósmica y humana, aprovechando el desnivel natural del terreno. Las siete terrazas, repletas de elementos simbólicos, reflejan el ascenso hacia el cielo, representado por el mausoleo. Según esta teoría, cada terraza tendría una significación concreta y el jardín en su conjunto representaría el camino de la iluminación humana, desde el nacimiento, cuya metáfora es la terraza inferior, hasta alcanzar el conocimiento, cuya imagen es el templo del mausoleo.
Continuemos ahora hacia el final de la ruta de la Orotava Secreta. Atravesando las terrazas cruzaremos un pequeño puente de madera que cruza el barranco. Desde ahí bajaremos por el lateral del Liceo Taoro hasta la plaza de la Constitución, que se sitúa sobre los soportales de la Oficina Municipal de Turismo, inicio de esta ruta.