La obra recoge la historia de este jardín ejemplo de variedad botánica e integrado desde finales del siglo XIX en la urbe de la Villa de La Orotava
El investigador orotavense Jesús Rodríguez Bravo, acaba de publicar el libro La Hijuela del Botánico de La Orotava. Historia y Naturaleza, con la editorial LeCanarien y el apoyo del Ayuntamiento de la Villa de La Orotava, Instituto Canario de Investigaciones Agrarias y Gobierno de Canarias. Esta obra recoge no solo la historia y evolución de La Hijuela como jardín, sino también los cambios en las mentalidades de quienes supieron ver que en aquel solar abandonado tras la destrucción del convento clariso de San José, que fue demolido en 1869, podía nacer un jardín ejemplo de belleza, variedad botánica e integración con la urbe. Ese vergel forma ya parte del patrimonio cultural de los villeros y villeras, que con su cuidado tras más de 130 años de existencia transformaron lo que en otro tiempo fue la antigua huerta del desaparecido convento en un remanso en medio de la ciudad y muestra viva de cómo, a finales del siglo XIX, la sociedad integró la naturaleza a las ciudades para poder disfrutarla.
El jardín fue cambiando y embelleciéndose con el paso del tiempo. Se colocó una verja con parejas de dragones, símbolos de la Villa, y la vegetación se adueñó del entorno, explosiva y colorida. En todo ello profundiza el autor de La Hijuela del Botánico de La Orotava, que es licenciado en Geografía e Historia, en la especialidad de Historia del Arte, docente, miembro de la Junta de Patrimonio del Museo de Arte Sacro El Tesoro de la Concepción, así como de ICOMOS, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de la UNESCO. Además, ha colaborado en diferentes publicaciones de carácter científico, catálogos e inventarios y ha investigado la historia de los jardines en distintos artículos.
Según Elena Pérez González, profesora de la Universidad Europea de Canarias, que ha prologado el libro, se trata de una “investigación impecable” que refleja la historia de “uno de los escenarios sociales y naturales para la práctica artística y científica más emblemáticos del municipio”, a la vez que “nos incita a ser corresponsables de su conservación al darnos una de las herramientas más valiosas de la gestión, como es la educación patrimonial a través de la difusión del conocimiento”.