Don Víctor y "Los Altos de La Orotava"

13/04/2013

El próximo viernes 19 se presentará en el Ayuntamiento de La Orotava el libro "Comprometidos con Los Altos de La Orotava y Los Realejos".

Esta publicación rinde un sincero y merecido homenaje a tres hombres y una mujer que dedicaron gran parte de sus vidas a trabajar desinteresadamente por los demás; cada una de ellas desde su particular órbita pero coincidiendo los cuatro en un mismo objetivo, que no fue otro que mejorar las condiciones de vida de las gentes que vivían en "Los Altos", denominación por la que se identifica y reconoce, desde tiempo inmemorial, a las personas que residen en: Aguamansa, Benijos, Bebedero Alto, Barroso y Pinolere. En este artículo, necesariamente breve, me detendré en la figura de don Víctor Rodríguez, cuya ejemplar biografía no puede dejar indiferente a nadie que sienta de alguna manera las vidas y las historias de los paisanos de La Orotava, municipio al que estoy ligada por múltiples razones vitales, emocionales y familiares; mi abuela Lucía nació y creció en Aguamansa cuando en esa tierra se mezclaban, casi a la perfección, la belleza del paisaje y la dureza de la vida.

Don Víctor Rodríguez, don Víctor, que era como se le conocía popularmente, fue un cura salesiano que trabajó en Los Altos durante la década de los años setenta del pasado siglo. Sacerdote de notable formación humanística, era licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de La Laguna, e hijo -digámoslo así- de los postulados evangélicos nacidos durante el Concilio Vaticano II; concilio que tantos disgustos le ocasionó al franquismo en sus estertores finales.

Don Víctor llegó a la zona de Los Altos en un momento en el que todavía se percibían con toda su crudeza los abismos sociales en Tenerife y concretamente en las áreas marginales de lo que entendemos aquí como las medianías. Los Altos era un monumental ejemplo de marginación, analfabetismo, desidia y carencias de todo tipo; por no haber no había ni luz ni agua en las viviendas, donde se hacinaban familias numerosas con niños sin escolarizar expuestos a todo tipo de trabajos que le hurtaban la infancia y le escondían el futuro. Cuenta mi compañero, el concejal orotavense Juan Dóniz, habitual colaborador de don Víctor en aquellos años, que el entonces joven salesiano se presentó "armado" con el entusiasmo de quien sabe que está haciendo las cosas en nombre de Dios. Y así fue.

Don Víctor organizó a los vecinos, que jamás lo habían estado, con la fuerza y la determinación de un apóstol romántico, de tal forma que alcanzó a constituir ocho asociaciones de vecinos convencido de que la unión hace la fuerza y con esa fuerza organizativa y -por su puesto- la fuerza moral, que es la más potente energía, consiguió la complicidad del entonces gobernador civil de la provincia, Luis Mardones Sevilla, para que se interesase por esta parte olvidada de Tenerife y además le diera el visto bueno a la convocatoria de una manifestación con los vecinos, concentración que pasaría a la historia de La Orotava como la "Manifestación de las Velas"; un verdadero hito en la lucha social tinerfeña y que todavía se recuerda hoy con no poca emoción por los que participaron en su preparación y puesta en marcha. El próximo día 19, en el ayuntamiento, volveremos a escuchar a don Víctor ya sin su presencia física, pero amparados en el refugio que nos queda de la memoria; la memoria de la gente de bien, esa gente a la que nunca olvidaremos.

*Portavoz del grupo CC Cabildo de Tenerife. Vicepresidenta y consejera de Acción Social, Educación, Juventud, Igualdad, Cultura y Deportes

Fuente: eldia.es