Salvar el hábitat de nuestros antepasados es la idea que centró el origen de un proyecto educativo, que echó a andar en el CEO Manuel de Falla, un centro escolar de cerca de 500 alumnos, situado en la zona alta de La Orotava. Una iniciativa que quería inculcar en los alumnos el respeto hacia el medio natural, propiciar el estudio del entorno más cercano y, sobre todo, fomentar la conservación y recuperación de aquellos aspectos que integran la cultura rural. Hoy, si se observa en el tiempo el resultado de estas propuestas, se puede afirmar que los resultados han sido satisfactorios.
En junio se cumplirán 22 años de la creación del entorno etnográfico del Museo Pajar, fruto de una exhaustiva investigación realizada por los alumnos, sobre el pajar tradicional. Al finalizar la investigación surgieron dos propuestas. Por un lado, crear una campaña de sensibilización con el lema Salvemos los pajares, donde se recogieron más de 2.000 firmas en apoyo para la preservación de estas construcciones tradicionales de piedra, madera y paja, que hasta la mitad del siglo pasado, sirvieron de vivienda en la zona. Y la otra iniciativa, fue la construcción de un pajar dentro de la escuela.
El entorno etnográfico del CEO Manuel de Falla se concibe como un aula viva, que refleja en tres tipos de dimensiones y con todo detalle múltiples aspectos del pasado de los vecinos de la zona. El elemento central de este recurso didáctico es el pajar. Se trata de una edificación que posee algo más de cuarenta metros cuadrados de superficie y está concebida al modo tradicional, siguiendo las pautas constructivas que recogieron los alumnos durante su investigación.
Censo de pajares
Este acopio de información incluyó la visita a más de medio centenar de pajares de la zona, creando el primer censo de estas construcciones. De acuerdo con esto, los muros del pajar que se levanta en el colegio, están elaborados con piedra seca y sin argamasa, mientras la techumbre es de madera de pino y laurisilva, cubierta de paja de centeno. Su interior se divide en tres partes: la primera reproduce una cocina, comedor y zona de aperos. La segunda está reservada al dormitorio con su cama, catre de viento, armario, etc. Por último se dispone de una zona en alto; la tronja, en ella se recoge una gran colección de cestos de vara de castaños, muy importantes en la zona.
Las piezas son obra del fallecido Don Juan Fariña El Cestero, los hermanos Modesto y Donato y el mayor Don Norberto. Todos ellos Maestros de la Tierra, piezas claves en la experiencia. El conjunto se complementa con los objetos y útiles propios de cada estancia: platos, escudillas, cocinilla de petróleo, mesa, caja de cedro, locero, palangana, aperos... Todas las piezas han sido recopiladas por los alumnos y cedidas o entregadas en préstamo por los vecinos. Pero además del pajar, el entorno cuenta con una era, que reproduce de manera fidedigna el lugar donde se hacía la trilla, el aventado del cereal...
Una cruz de guía, que se ubicaba en los cruces de caminos, varios molinos de piedra, donde se elaboraba el gofio, un chorro tradicional, un carro de galerías... Estos elementos han surgido de diferentes investigaciones que han realizado los alumnos a lo largo de los años y hoy forman un amplio fondo del aula etnográfica. Al reconvertirse el colegio en un centro de EGB a un CEO (Centro de Educación Obligatoria), se creó el Aula Etnográfica. Agrupa a más de 30 alumnos de secundaria, dedicados a desarrollar cuatro funciones, principalmente: investigar y divulgar aspectos de la cultura tradicional, conservar las instalaciones, realizar actividades vinculadas a los aspectos etnográficos y dinamizar las visitas que recibe el museo. Junto a estos alumnos, existe un grupo de Maestros de la Tierra, un colectivo de personas mayores de la zona que transmiten sus conocimientos a los alumnos. Este curso pasado se realizó entre todos una hoya de carbón.
Junto a las visitas disponemos de exposiciones itinerantes: La Caja de Cedro reúne vídeos, textos, maquetas, etc. Disponemos también de una exposición sobre el cultivo de las papas y una última sobre San Andrés, El Vino y Las Castañas. Desde nuestro punto de vista, la experiencia que desarrollamos ofrece unos resultados muy positivos. Hemos aportado un granito de arena en despertar la conciencia entre los chicos y los mayores de la zona, sobre la necesidad de conocer y conservar nuestro patrimonio.
El proyecto sirve para integrar el entorno en la escuela y viceversa; para mejorar la autoestima de los miembros del aula y vecinos del entorno. Durante estos años, se han recibido varios premios y reconocimientos, tanto por el trabajo sobre los pajares como por otras investigaciones que han realizado sus miembros.
Pablo Reyes Núñez es Maestro, responsable del Aula de Etnografía del CEO Manuel de Falla de La Orotava
Fuente: Diario de Avisos