La historia pervive entre vestigios invisibles. Entre los cerca de 160 Bienes de Interés Cultural (BIC) catalogados por el Gobierno de Canarias en la isla de Tenerife, se da la circunstancia de que se encuentran tres antiguos caminos, con categoría de Sitio Histórico. Son el Camino Viejo a Candelaria, el Camino de El Socorro, en Güímar, y el tercero y menos conocido, y sin la vinculación religiosa de los otros otros, el Camino de El Ciprés. Este viejo sendero, encerrado entre altos muros, fue la primera y principal vía de conexión entre La Orotava y su puerto, lo que hoy es Puerto de la Cruz, por lo que su antigüedad se remonta a unos de 400 años. Por aquí bajaron siglos atrás miles de carros y carretas cargados de toneles de los famosos vinos del Valle que se embarcaban por el Puerto para exportar a Inglaterra: el malvasía que nombró Shakespeare en alguna de sus obras.
El Camino del Ciprés es hoy un tramo de apenas 800 metros, totalmente empedrado, que ha logrado sobrevivir olvidado entre plataneras. Es muy poco frecuentado por las escasas viviendas existentes en su entorno hasta ahora agrícola, y por lo incómodo que resulta su tosco empedrado para la circulación de vehículos. Hasta que hace unos años empezó a verse amenazado por la construcción de urbanizaciones de lujo en sus alrededores. Fue por ello, y por sus singularidades constructivas y sus valores históricos, por lo que el Ayuntamiento de La Orotava solicitó su declaración de Bien de Interés Cultural, que luego refrendaron el Cabildo y el Gobierno de Canarias.
El viejo camino discurría entre plataneras y aún conserva todo su pavimento original de piedras.
La protección que garantiza esta declaración oficial se ha visto ahora actualizada y refrendada con una resolución de 5 de febrero de 2013 del Director Insular de Cultura y Patrimonio Histórico, por la que se incoa el expediente para la modificación de la delimitación del Bien de Interés Cultural del Camino del Ciprés. En su día se declaró BIC el camino y los 20 metros anexos en cada lado, en los que en estos momentos hay jardines de viviendas, en uno, y en el otro, plataneras. Ahora se pretende ceñir la declaración a exactamente el camino, ya que el resto no tiene razón de ser BIC. Sin embargo esos 20 metros a ambos lados quedarán como zona de protección del entorno. Ello significa que para hacer cualquier cosa en esas franjas laterales se deberá contar con la autorización del Cabildo. Se evita así que en el futuro se puedan producir procesos de urbanización incontrolados o de transformación de la calzada (por ejemplo, asfaltado) que afecten al bien a proteger o a la contemplación, estudio y percepción de sus valores.
Según el informe de los técnicos de Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife, el Camino del Ciprés constituye un magnífico ejemplo de obra de ingeniería rural, con unas características constructivas singulares y un buen estado de conservación. Con una longitud de unos 800 metros, aproximadamente, se extiende entre la Cruz del Durazno y la zona de La Palmita (en la antigua carretera C-820), en el nudo de enlace con la Autopista TF-5.
Su declaración como Bien de Interés Cultural se justifica “por su extraordinario valor etnográfico, histórico y como obra de ingeniería viaria tradicional, así como por el buen estado de conservación, la singularidad de su empedrado, la anchura de la calzada -6 metros- y el entorno agrícola que atraviesa”. Según los técnicos insulares de Patrimonio, “resulta difícil encontrar en la actualidad un camino histórico con las características del que nos ocupa, por lo que necesariamente ha de otorgársele un régimen de protección que asegure su preservación futura, por tratarse de una de las mejores manifestaciones de infraestructura rural conservadas en la Isla”.
LA FINCA
Asimismo, en este antiquísimo camino se localiza la finca y hacienda El Ciprés -con origen sobre 1845-, que le da nombre y donde se trasladó el centro de experimentación con primates dirigido por Wolfgang Köhler en la segunda década del siglo XX, después de que la Compañía Yeoward comprara la Finca de La Costa, junto con la Casa Amarilla, en julio de 1918. En este lugar, el célebre investigador alemán escribiría buena parte su obra, prosiguiendo las investigaciones sobre los chimpancés hasta que abandona la isla en mayo de 1920. Con anterioridad figuraba como un establecimiento hotelero, que en 1905 pertenecía a Adolph Stiehle.
Esta vía aparece ya referenciada en la cartografía histórica del siglo XIX, mostrando la totalidad de su trazado, actualmente alterado por la red viaria contemporánea, y constatándose su existencia en planos de siglos anteriores. La importancia histórica del camino se remonta a los orígenes del Puerto de La Orotava, ya desde principios del siglo XVI, como embarcadero de la importante producción agrícola del Valle. El sistema constructivo se caracteriza por un nivel inferior de cimentación y preparación del sustrato sobre el que se dispone un núcleo de barro compactado. La calzada se remata con un empedrado a base de piedra encabezada, reforzada por varias cintas maestras que facilitaban, por un lado, la construcción del camino, a la vez que refuerzan el pavimento y evitan su posible deterioro ante el tránsito de carro y otros vehículos cargados de mercancías.
Las viejas piedras de El Ciprés seguirán dando fe de la historia.
Fuente: Diario de Avisos (Agustín González)
Foto: Moisés Pérez